Cuando:
24/11/2018 a las 16:00 – 20:30
2018-11-24T16:00:00+01:00
2018-11-24T20:30:00+01:00
Donde:
Aula de la Naturaleza en el Parque Periurbano de Sierrezula
La Sierrezuela
14730 Posadas, Córdoba
España
La Sierrezuela
14730 Posadas, Córdoba
España
Contacto:
636431031 687583462
El 24 de noviembre estaré en Córdoba compartiendo sobre la importancia de dar presencia a nuestros hijos y sobre alternativas a los castigos, premios y amenazas… Os adelanto algunas reflexiones:
PRESENCIA:
Los niños saben que los adultos dedicamos nuestro tiempo y nuestra atención a aquello que para nosotros es realmente importante.
Para que nuestro hijo pueda llegar a SER quien vino a SER primero necesita nutrirse de nuestra presencia (llenarse de mamá) y luego de todo lo demás… Ya sabemos que los niños no piden mamá (atención-mirada) por elección, sino por biología.
Nuestros hijos se sienten importantes, seguros y merecedores de nuestro amor cuando les dedicamos tiempo de calidad.
En ocasiones estar presente con nuestros hijos nos puede llegar a doler. Es entonces cuando necesitaremos “huir” y estar en el hacer para dejar de sentir ese ahogo: solemos cocinar, limpiar, leer, comer, hablar por teléfono o usar las redes, hablar con la pareja, tender ropa o ir de compras…
¿Cuanto tiempo puedes estar por y para tu hijo/a sin móvil, sin hacer recados, sin hacer nada más que estar en el aquí y el ahora con él/ella? Una hora, media hora? 15 minutos?
Te invito a dedicarle simplemente 15 minutos diarios a cada uno de tus hijos y verás lo bien que te sientes después y la conexión emocional que crearás entre tu hijo y tu…
ALTERNATIVAS:
Los castigos, los premios, los sobornos y las amenazas nos dan complacencia temporal y “compran” obediencia. Pueden cambiar el comportamiento de alguien a muy corto plazo (en el aquí y el ahora) y es por esta razón que nos parece que funcionan pero no pueden cambiar a la persona. No hacen que nos sintamos bien ni que seamos mejores personas, más bien provocan el efecto contrario.
Veamos ahora qué ocurre cuando castigamos. Imaginemos que un niño pega a su hermano y al verlo la madre lo castiga. Primero que todo, esa actitud hará sentirse aún peor al agresor. Tendrá un sentimiento de frustración y lo que realmente aprende es que la próxima vez que quiera pegar a su hermano tendrá que asegurarse de que su madre no le vea para no volver a ser castigado. El castigo no le hace darse cuenta de los sentimientos de la otra persona.
Cuando un niño tiene un comportamiento no deseado en vez de pensar: “Esto es lo que te voy a hacer”, podríamos decirnos: “Algo ha ido mal, ¿qué podemos hacer?”. Utilizar el poder para hacer cosas desagradables a alguien no es una buena ni la mejor manera de relacionarnos. No promueve buenos valores. Los niños se sienten muy confundidos cuando personas que se supone que les quieren les hacen cosas desagradables.
Nos vemos en breve.