Lo que pensamos que vemos en el comportamiento de un niño casi nunca es lo que realmente le sucede.
Cuando un niño se siente mal automáticamente se ve reflejado en su comportamiento y quizás se «porta mal» (hace algo desde una reacción emocional automática). Si su estado emocional mejora (se siente mejor), su comportamiento también mejora. Actuamos según nos sentimos, tanto los niños como los adultos. Generalmente, cuando «estallan emocionalmente» es porque no tienen mejores herramientas, están desesperados, se sienten solos o alguna necesidad no está siendo satisfecha. Pensemos qué podemos hacer para ayudarles a canalizar mejor lo que sienten en vez de pensar que hay algo en ellos que no va bien. Averigüemos porqué el niño hace lo que hace. Validemos su malestar, sus emociones y necesidades aun cuando no podamos satisfacerlas ni entenderlas. Lo que un niño siente y necesita es legítimo. Solemos pensar que sus necesidades son erróneas, que están equivocados, y constantemente luchamos contra ellas.
Te invito a dejar de hacerle tantas cosas “al” niño (gritarle, castigarle, amenazarle…) para intentar modificar su comportamiento y hacer más cosas “con” el niño (hablar, jugar, compartir, validar, nombrar…) para que se sienta mejor.
Ningún niño pide lo que no necesita.
Nuestra responsabilidad y compromiso debería ser entender porqué hace lo que hace, averiguar la causa de su malestar y hacer algo por y para él o ella. Ayudarle a gestionar mejor sus emociones validándolas y haciendo algo a su favor para que pueda sentirse mejor. Cuando nos sentimos bien, nos comportamos “bien” ya que estamos en armonía. Cuando nos sentimos mal nos comportamos “mal”. Necesitamos ser conscientes de QUÉ nos pasa, a nosotros como adultos, cuando los niños no son o no se comportan como nosotros queremos y necesitamos. Cuando no podemos controlar nuestras propias emociones solemos convertirnos en controladores de las emociones de los niños.
Cuanto peor tratamos a un niño, peor persona pensará que es. Un niño no puede dejar de amar a sus padres, dejará de amarse a sí mismo.
Pensamos que tenemos derecho a controlar, castigar o amenazar a los niños por su propio bien. No nos damos cuenta cómo nuestras propias experiencias de infancia no resueltas influyen en la forma que tenemos hoy de ver y tratar a los niños.
Vamos a dar voz a los niños de nuestra vida y a la niña-niño que fuimos
MAMÁ, PAPÁ… OS NECESITO, MAMÁ, TE ECHO DE MENOS, MAMÁ DÓNDE ESTÁS…
Mamá, papá, profe, abuela… sabes que tu me das seguridad.
Mamá, papá, profe, abuela… sabes que tu me confirmas que valgo.
Mamá, papá, profe, abuela… sabes que tu presencia me alimenta.
Mamá, papá, profe, abuela… si no estás creo que no te importo.
Mamá, papá, profe, abuela… si no estás pienso que no merezco.
Mamá, papá, profe, abuela… si no estás sufro y me desespero.
Mamá, papá, profe, abuela… no te necesito todo el tiempo.
Mamá, papá, profe, abuela… no te pido estar cada día.
Mamá, papá, profe, abuela… no es necesario estar siempre en casa.
Mamá, papá, profe, abuela… no es problema el trabajo.
Mamá, papá, profe, abuela… ¿por qué cuando puedes estar conmigo no lo estás?
Mamá, papá, profe, abuela… ¿por qué casi siempre prefieres hacer otras cosas que jugar conmigo?
Mamá, papá, profe, abuela… ¿por qué tienes esa necesidad de «huir» constantemente?
Mamá, papá, profe, abuela… ¿por qué no eliges estar por y para mi algún momento?
Mamá, papá, profe, abuela…¿por qué siempre esperas a que pida y te suplique?
Mamá, papá, profe, abuela… ¿a caso a ti también te faltó tu mamá?
Mamá, papá, profe, abuela… ¿quizás aún echas de menos a tu mamá o a tu papá también?
Mamá, papá, profe, abuela… ya eres adulta y yo aún soy pequeña-o, estamos a tiempo.
MAMÁ, TE NECESITO AHORA, HOY. NO ME DEJES, NO ME ABANDONES… Si no puedes estar conmigo, busca ayuda, por favor mamá. Yo si deseo poder estar presente con tus nietos, mis futuros hijos, pero para poder cortar esta cadena necesito de tu presencia, de tu mirada, de tu atención y de tu amor incondicional AHORA que aún estamos a tiempo y soy pequeña.
MAMÁ, papá, profe, abuela… VEN.
La falta de presencia, de mirada y te atención es la peor de las vivencias infantiles. La soledad es la peor vivencia infantil. Los niños no piden mamá por elección, sino por biología. La verdad es que ningún niño pide lo que no necesita. No obstante, no todos los adultos podemos o estamos dispuestos a darles lo que legítimamente necesitan y esperan de nosotros. Solemos darles lo que pensamos quieren o lo que nosotros simplemente podemos ofrecerles (emocionalmente hablando).
Si nos falta la mirada, la presencia y la atención de mamá o papá nos sentiremos inseguras y no merecedores de amor.
Cuando mamá está ausente CONSTANTEMENTE, la vivencia del niño es de desamparo, soledad y desespero.
Si nos faltó mamá y nos cuesta estar presente con nos hijos, es vital revisar nuestro escenario de infancia para poder sanar a la niña que fuimos para liberar a la mujer que vinimos a ser y poder convertirnos en la madre que nuestros hijos necesitan.
¿Sabemos realmente amar?
Amar es respetar, acompañar, complacer, escuchar, guiar, proteger, sentir y dar voz a nuestros hijos. Amarlos de verdad es dejar de juzgar, criticar, negar e interpretar sus necesidades. Ya lo sabíamos, pero algunas personas lo hemos olvidado al no haberlo recibido siendo niños y niñas. En ocasiones necesitaremos de un otro que le ponga palabras a todo aquello que ya sentimos e intuimos en nuestras entrañas pero que dudamos.
Cuando tenemos DUDAS es porque dentro de nosotras ya tenemos la CERTEZA de cómo deberían ser las cosas, pero lo que recibimos y vemos desde fuera nos confunde. Si dudamos es que hay VERDAD y CERTEZA dentro de nuestro corazón, sino simplemente «obedeceríamos» ciegamente. Dejamos de confiar en nuestro registro interno hace mucho tiempo cuando nos dijeron
Necesitamos que alguien «nos de permiso» para permitir que nuestros hijos no se acaben el plato de comida, por ejemplo, o darles el postre sin haberse terminado el arroz, o para dejarles dormir con pañal hasta que lo necesite, para poder levantarse de la mesa 3 veces mientras comen si necesitan moverse, poder meterlos en nuestra cama, darles el pecho hasta los 3 años, hablarles con respeto sin gritos ni castigos, llevarlos en brazos con 3 años, darles voz cuando otro adulto no es respetuoso con ellos…
No necesitas el permiso de nadie para respetar, escuchar y AMAR más y mejor a tus hijos según el rol biológico… ÁMALOS, mímalos, respétalos, escúchalos… TODO lo que puedas y más… ¿A quien le puede hacer daño el AMOR?
Te invito (durante una semana o más) a cuestionarte cada actitud que tengas con tus hijos o niños de tu vida.
-Cuando sientas necesidad de limitarles o prohibirles hacer algo, te propongo que les expliques y les informes respetuosamente y no arbitrariamente. Podemos informar respetuosamente de un limite.
-Cuando sientas la necesidad de controlarles te preguntes si no sería mejor expresarles qué te pasa a ti y qué necesitas tu de ellos.
-Cuando sientas la necesidad de amenazar o castigar o gritar… pregúntate: ¿Esto que voy a hacer ahora mejorará nuestro vínculo afectivo o nos desconectará y lastimará nuestra relación? Antes de actuar impulsivamente o de reaccionar automáticamente te invito a anteponer la relación con tus hijos a todo lo demás.
-Cuando sientas la necesidad de quítale la Tablet a tu hijo, por ejemplo, piensa en todas las opciones que podrías ofrecerle: Jugar con él a un juego de mesa, llevarle al parque, llamar a un amigo suyo, sentarte a su lado y compartir con él lo que le interesa tanto, cocinar su cena favorita juntos, leerle un cuento largo por capítulos, hacer una manualidad juntos, salir en bici juntos…
¿Cuándo fue la última vez que pasaste un buen rato a solas con tu hijo simplemente compartiendo y disfrutando con él, sin teléfono, ni tareas de la casa, simplemente estando por y para él? ¿Eliges estar con tus hijos o estas por obligación cuando te piden y piden? ¿Les ofreces tu tiempo antes de que te lo pidan o te lo supliquen?
Sería maravilloso darles nuestra presencia y mirada y atención por elección y no por obligación. Los niños saben que los adultos dedicamos tiempo y atención a aquello que para nosotros es importante.
Si te cuesta recordarlo, corre!!!!!!!!!!!!! Deja de leerme y ves con tu hijo ahora mismo. Tu y yo podemos seguir en un rato o mañana.
¿Ya estás de vuelta?
La sociedad actual es un vivo reflejo de cómo nos fue de niños. Es de gran urgencia el empezar a hacer las cosas desde otro lugar sin tantos gritos, sin tantas órdenes y sin tener que recurrir al autoritarismo (ejercer el poder y control sobre el otro). Debemos priorizar las relaciones amorosas, respetuosas y pacificas. Anteponer la relación con nuestros hijos a todo lo demás nos unirá y mejorará nuestro vínculo afectivo, sentará una sana base. El amor incondicional es lo que todo ser humano necesita para poder llegar a ser quien ha venido a ser.
Dar a nuestros hijos lo que nosotros no tuvimos duele y cuesta (emocionalmente hablando) y hacer las cosas de un modo distinto a como lo hicieron con nosotros y diferente a la mayoría cuesta, pero es posible. ¿Qué es más importante para ti, lo que tu madre o tu vecina puedan pensar o decir, o lo que tu hijo necesita y siente?
Mi mayor propósito de vida es entrar en tu corazón para poder ayudarte a llegar a ser la madre que tus hijos necesitan. Lo más importante es ser conscientes y poder ver qué es aquello que no nos permite dar y amar a nuestros hijos como realmente ellos necesitan y nos gustaría.
Dar a mis 3 hijos lo que yo no tuve de niña me sanó y por eso prometí compartirlo.
Es vital tener estos 3 pasos en cuenta si deseamos cortar esta cadena y no perpetuarla una generación más. Lo que negamos, ignoramos y silenciamos es lo perpetuamos.
- Tomar conciencia de nuestra verdadera realidad y experiencia infantil y juvenil. ¿Cómo fue nuestra infancia y adolescencia? Qué necesitábamos y qué obtuvimos.
- Atrevernos a tomar nuevas decisiones conscientes diferentes más a favor de los niños de nuestra vida. Dar voz a la niña que fuimos y validar sus experiencias (necesidades y emociones) nos ayudará a conectar más y mejor con nuestros hijos.
- Darnos el permiso actuar diferente de como lo hicieron con nosotros. Dejar atrás el miedo a dar y amar a nuestros hijos. Responsabilizarnos y tomar acción para cambiar, mejorar, transformar y sanar nuestra vida y la de nuestros hijos.
¿Realmente crees que has elegido pensar y creer que los niños necesitan tantos límites arbitrarios, órdenes, ser castigados o premiados u obligados, que si les respetas y les escuchas y les tienes en cuenta abusarán de ti, que hay que obligarlos a hacer determinadas cosas por su propio bien, y un largo etc.?
Si piensas así es porque mucha gente a tu alrededor piensa y actúa “aun” así con los niños, y porque tu madre y tu padre muy probablemente pensaban y siguen pensando y actuando así. Lo que sucede es que no tenemos otro modelo; no hemos vivido ni visto otro modelo, o muy pocos adultos tuvieron un modelo diferente.
En verdad, no hemos elegido, nos hemos dejado llevar sin pensar y sin cuestionarnos casi nada. Perpetuamos lo mismo que nos hicieron y hacemos lo mismo que vemos hacer. Te invito a ELEGIR cómo deseas tratar a tus hijos, qué tipo de relación desean con ellos y cómo deseas vivir tu vida al margen de todo lo demás.
En una sola generación podríamos revertir y cambiar todo esto. ¿Cómo? Simplemente amando, escuchando, respetando y dando voz a todos los niños de nuestra vida. Es más fácil escuchar, respetar, dar voz y amar incondicionalmente a un niño que sanar a un adulto que no lo fue.
Si de niños no pudimos decidir ni teníamos voz, de adultos seguiremos probablemente igual. Este tuvo que ser nuestro escenario de infancia, de lo contrario nuestra realidad sería otra muy distinta hoy. Imagina a un adulto que de niño no fue castigado, ni premiado, ni amenazado, ni obligado, ni abusado, sino escuchado, respetado, tenido en cuenta y amado incondicionalmente como realmente necesitaba. Un adulto al que de niño se le habló con respeto, se le tuvo en cuenta, se le permitió tomar decisiones y elegir.
Un niño respetado, respetará y se hará respetar. Un niño escuchado, escuchará y se hará escuchar. Un niño amado incondicionalmente, aprenderá a amar y dar sin que le cueste y sin dudarlo ni temerlo.
¿Crees que un adulto que fue amado como necesitaba, respetado y escuchado y que tuvo voz, elegiría hoy castigar, premiar, amenazar, pegar, gritar, no escuchar o no respetar a sus propios hijos o demás niños de su vida? Personalmente, creo que no.
No elegimos no sentir o no conectar con los a los niños. Esa falta de empatía por los niños siendo adultos es consecuencia de la falta de empatía que sufrimos de niños. No poder sentir a los niños, ni conectar con su vivencia eal interna es la consecuencia, la causa (el síntoma) de no haber sido sentidos ni complacidos suficientemente por nuestra madre y demás adultos cuando éramos niños. Por eso es que tenemos tanto por sanar. Tomar conciencia de este hecho es el primer GRAN paso ya que todo lo que negamos, justificamos, defendemos e ignoramos lo perpetuamos.
No tengas jamás miedo de AMAR y RESPETAR a un niño. Dar no daña, lo que nos daña es lo que nos faltó, no lo que obtuvimos… Es urgente cortar esta cadena. ¿Te unes?
Ama, escucha, complace, respeta, acompaña, valida, defiende, protege, da voz y disfruta de cada segundo de tus hijos o de cualquier bebé, niño, niña, adolescente o joven que se cruce en tu vida.
Ofrécele tu amor y aprenderá a amar, dale tu presencia y tu tiempo y aprenderá a dar, ya que sabrá lo bien que nos hace sentir dar y recibir. El amor no se pide, no se gana, ni se hace, el amor simplemente se DA.
Pregúntate:
¿Esto qué voy a hacer o decir a mi hijo ahora mejorará nuestra relación y nos conectará o nos distanciará y le lastimará?
Por último, me gustaría preguntarte:
¿Qué tipo de padres te gustaría que tuvieran tus nietos?
Repito: Ofrécele tu amor y aprenderá a amar, dale tu presencia y tu tiempo y aprenderá a dar, ya que sabrá lo bien que nos hace sentir dar y recibir. El amor no se pide, no se gana, ni se hace, el amor simplemente se DA.
Te deseo un maravilloso día lleno de amor.
2 comentarios en “Mamá, necesito que gestiones mejor los conflictos conmigo”
Muy buena nota
gracias por ayudarnos a retomar el norte que se nos pierde por la vida cotidiana y porque es lo normal el otro tipo de crianza. Justo lo que necesitaba para continuar.