Qué es vivir en coherencia y cómo saber si hay coherencia emocional en tu vida.

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¿Qué es vivir en coherencia para Yvonne Laborda?

¿Cuáles son los valores y principios que tienen que ver con la coherencia emocional?

¿Y cómo puedes identificar el grado de coherencia emocional que hay en tu vida?

Pues te diré, que a nivel personal, la coherencia emocional es uno de los valores más fundamentales de mi vida.

Estos son para mi los 4 niveles donde la coherencia es más importante:

  1. Conmigo misma.
  2. Con mi pareja.
  3. Con mis hijos.
  4. Con mi profesión/pasión.

Y los 4 puntos donde debe darse esa coherencia:

  • Pienso
  • Siento
  • Hago
  • Digo

Esos son los 4 niveles a los que llevo la coherencia en mi vida. 

Pero puede haber muchos otros en los que sientas que no vives alineada a lo que realmente sientes, piensas, dices o haces. 

Por ejemplo, si tienes un estilo de vida algo diferente, si eres muy deportista, artista, si estás experimentando algún cambio grande a nivel de hábitos, una mudanza, un trastorno con la alimentación… 

Reflexiona sobre si hay o no coherencia entre pensar, sentir, actuar, y también coherencia con lo que dices.

Porque eso es realmente la coherencia emocional.

Y en este artículo lo abordo desde cuatro puntos diferentes:

  • Desde lo que es la definición de coherencia emocional para mí. Cómo yo la entiendo y por qué es tan importante.
  • Desde cuáles son tus valores y principios más importantes y cómo lo que decides les afecta.
  •  Desde los síntomas y consecuencias de esa falta de coherencia emocional.
  •  Y desde mis 4 pasos para que haya una transformación que te acerque a vivir más en coherencia.

¿Qué entendemos por coherencia emocional y por qué es tan importante? 

La congruencia o coherencia emocional llega cuando aquello que piensas, dices, sientes y haces están alineados.

Por ejemplo, imagina un cuadrado, y coloca en el lado superior todo lo que tu piensas o crees. Abajo puedes colocar tu actitud y a los lados lo que sientes y lo que dices.

Coherencia pensar decir hacer sentir

Ahora pregúntate: ¿Lo que pienso, lo que digo, lo que hago y lo que siento van en la misma dirección? ¿Coinciden?

Cuando esto ocurre, cuando estás alineada, te sientes en paz, te sientes tranquila y relajada porque estás alineada con tu verdadero SER.

Y es muy común llegar a reprimir, ignorar o negar lo que hay en uno de esos lados del cuadro en determinadas situaciones o delante de algunas personas.

Imagina que te sientes disgustada o en desacuerdo con algo, pero delante de un amigo, de un jefe, de nuestra madre, la suegra…, te reprimes, te adaptas y dejas de decir o de actuar alineada a lo que verdaderamente sientes. 

Ahí es cuando nace un malestar profundo que te alerta de que te estás reprimiendo, de que NO te permites SER, de que NO vives en coherencia.

¿Cómo puedes identificar el grado de coherencia emocional que hay en tu vida?

Cuando hablo de la coherencia, muchas personas resuenan con mis palabras y de repente, se dan cuenta de dónde viene su grado de malestar a la hora de relacionarse con otras personas y con ellas mismas. 

Y entonces me preguntan, ¿pero cómo puedo saber si todos los lados de mi cuadrado están totalmente alineados, Yvonne?

¿Cómo sé si esto o lo otro está bien o mal, Yvonne?

Y sólo necesitan hacerse esta pregunta para saberlo: ¿yo cómo me siento después de haber hecho o dicho tal cosa? ¿me siento bien, me siento mal…?

Porque serán tus sentimientos con respecto a eso que has hecho o dicho, los que determinen el grado de coherencia en el que vives. 

No hace falta que yo les diga nada, solo les confirmo lo que ellas ya saben.

Y es que la coherencia tiene mucho que ver con el SENTIR. Esto es tan importante que cuando no actuamos en coherencia, sencillamente nos sentimos mal, estamos intranquilas, nos duele algo, hay un malestar interior o exterior.

Porque como dijo Alice Miller:

El cuerpo nunca miente.

A lo que yo añado: 

Porque nunca olvida.

La biología humana nos ha hecho tener emociones, para sentir, pero en nuestra infancia aprendimos a reprimirlas, ignorarlas e incluso negarlas, para no molestar a los adultos de nuestra vida.

Ponerse demasiado alegre o eufórico no estaba bien, interrumpir, gritar, hacer demasiadas preguntas, etc… No estaba bien. 

Tuvimos que reprimir y negar nuestro verdadero SER esencial, nos desconectamos de nosotras mismas para cumplir las expectativas de nuestros padres y demás adultos. 

Con la adolescencia pasa lo mismo, también los adolescentes tienen necesidades igual que cuando eran niños. 

No pensemos que porque son adolescentes se conforman más fácilmente, eso es un discurso engañado y rápido.

Mis hijos, por ejemplo, aún desean desayunar, comer o cenar con su madre y con su padre ahora que son adolescentes, igual que cuando eran niños. Lo necesitan y lo desean igual y así lo manifiestan. 

Por otro lado, hay momentos que quieren estar solos o con amigos y también lo piden. 

Lo importante es que se sientan seguros para poder ser ellos mismos. 

Entonces, ¿Yvonne Laborda es una persona 100% coherente hoy en día?

En relación a lo anterior, aunque hoy por hoy soy una madre mucho mucho más consciente que años atrás, hay momentos en los que siento que NO vivo con la misma COHERENCIA que años atrás, cuando mis hijos eran más pequeños.

Entonces, me dediqué mucho a ellos, 9 años enteros de mi vida casi en exclusiva, donde prácticamente todo mi tiempo estaba dedicado y enfocado a su crianza y su aprendizaje. 

Así que me sentía más en COHERENCIA con nuestro estilo de vida.

Sin embargo, aunque hoy me siento una mamá mucho más consciente y madura emocionalmente, más evolucionada, y que comete muchos menos “errores”, a veces me siento más alejada de esa COHERENCIA. 

Esto es así porque, como te decía antes, mis hijos ya son tres adolescentes, vuelan más libres y solos, y yo he aprovechado esto para volcarme mucho más en mi trabajo, mi proyecto, en mi pasión, en expandir mi mensaje al mundo, en formar a profesionales, en escribir.

Hasta tal punto que hay días que me doy cuenta de que quizás, solo he estado con ellos dos horas al mediodía, o a la mañana y ratito en la noche…

Honestamente, te comento que hay días que me gustaría que hubiese más equilibrio y más coherencia en mi vida, me cuesta encontrar ese punto medio, sin olvidar por supuesto, que yo tengo mi vida y mis necesidades como Yvonne, conmigo misma como mujer, con mi pareja, con mi profesión y con mis hijos.  

Es solo que a veces la balanza está desequilibrada, en momentos puntuales, y ya sabes lo importante que es para mi la coherencia entre lo que pienso, siento, digo y hago. 

COMPENSAR, en esa palabra está la clave para equilibrar la balanza de la coherencia emocional.

Por la sencilla razón de que la vida es cíclica, hay veces que puede haber más trabajo, y quizás más estrés, y no pasa nada. 

Lo verdaderamente importante es darnos cuenta, nombrarlo, validarlo y compensar. 

Quizás, no siempre lo que haces, tu actitud o como te comportas, es acorde a tus convicciones, valores o creencias, pero sabes que es un camino temporal que te acerca a otros objetivos, y eso también legítimo, es vivir en coherencia.

Para ser consciente del nivel de coherencia en el que vives, fíjate también en cómo te relacionas contigo misma y en cómo te sientes. 

Por ejemplo, si has adelgazado, has engordado, si ahora haces yoga, algún deporte, o por el contrario lo has dejado, si meditas para trabajar tu tranquilidad y paz, cómo te aseas, cómo te relacionas con los demás… 

O cómo es tu discurso interno, cómo te hablas, si te juzgas o críticas. 

Ejercicio para revisar tus valores y acercarte a la coherencia emocional cada día.

Ahora me gustaría que te detengas un momento en esta lectura para hacer un pequeño ejercicio conmigo. 

Con él vamos a revisar tus valores y las cosas o personas que son más importantes para ti. 

Desde ahí sentirás cómo puedes acercarte cada día más, a la coherencia emocional.

Anota en un papel los 4 o 5 valores más importantes para ti. 

En mi caso, uno de esos valores importantísimo es la HONESTIDAD. 

Honestidad real conmigo misma, no en el sentido de mentir o no, sino de no inventar excusas para no ofender, no justificar mis actos y permitirme SER YO MISMA DESDE MI SER ESENCIAL, desde quien yo soy. 

Honestidad conmigo misma y con los demás. 

Otros de mis valores son la ESCUCHA, AYUDAR…

Puede que te sorprendas y que estos valores que escribes ahora no sean los mismos que tenías hace un tiempo.

Recuerdo muy bien haber hecho este ejercicio en diferentes etapas de mi vida y ver como mis valores han ido cambiando y adaptándose a mis circunstancias. 

Pero, hay otros permanecen intactos, como los valores con los que nos desarrollamos todos en familia.

Desde que nacieron mis hijos, en casa cambiamos el “no rompas, no empujes, no tires, no grites, no pegues”, por:

NOS RESPETAMOS, ESCUCHAMOS, NOS CUIDAMOS Y VALORAMOS.

Cuando vivimos bajo principios y valores no es necesario hacer una lista de todo lo “prohibido” ya que gritar o pegar no es cuidarse o respetarse. 

Vivir bajo valores nos conecta, nos humaniza, nos ayuda a poder satisfacer mejor nuestras necesidades y tener en cuenta las de los demás. En este otro artículo hablo en profundidad sobre este tema: Principios versus normas. 

Vivir bajo valores nos ayuda a poder tomar mejores decisiones y más respetuosas y amables. 

Vivir bajo normas y reglas nos prohíbe y nos limita o nos obliga. 

Lo que limito invito, lo que obligo resisto.

Cuando vives bajo valores y principios, dejas de necesitar poner tantas normas y limitaciones arbitrarias en tu vida. 

Si yo digo “me alimento sanamente y me cuido, me respeto”, no hace falta hacer una lista de los alimentos prohibidos o no sanos.

Si decimos a nuestros hijos: “nos escuchamos y nos ayudamos y respetamos”, no es necesario estar diciendo todo el tiempo “no le grites, no empujes…” ya que esa actitud ya sabemos que no es respetuosa.

¿Ya tienes anotados tus valores más importantes? 

Seguimos.

Ahora escribe debajo el nombre de las 4 o 5 personas o cosas más importantes de tu vida.

Si lo más importante es tu mascota, pues tu mascota, si tu madre no está en la lista, no pasa nada, y si tu coche lo es, pues lo es, ESTÁ BIEN, NO LO JUZGUES. 

Tómate un momento y escríbelo. 

Y ahora te pregunto:

¿Te has puesto a ti misma en esa lista de personas importantes para ti?

Reflexiona sobre mi pregunta, sobre si te has incluido o no en esa lista.

Porque en verdad nunca estás sola, siempre estás contigo misma y contigo misma es con la persona que más tiempo pasarás a lo largo de tu vida, hasta el último suspiro.

Solo por eso, deberías ser una de las personas de esa lista. Sé que quizás esto te remueve, y que te sientes sola, pero no lo estás. 

Cuando eras niña necesitabas de adultos porque estabas en la etapa de recibir, y cuando no lo recibimos, cuando los adultos de nuestra vida no cubrieron esa necesidad, la postergamos a la siguiente etapa.

Por eso te sientes sola, triste o deprimida, pero quiero que sepas que eso no es lo que se corresponde con el diseño humano biológico. 

Nuestro vacío emocional viene de atrás, no del presente. Simplemente se manifiesta en nuestro presente. El pasado siempre está presente. 

Así que cada vez que tengas que tomar una decisión importante, pregúntate si está alineada con tus valores, y cómo afectará esa decisión a esas personas o cosas más importantes de tu vida, las que están en tu lista.

Cada decisión que tomas te aleja o te acerca a tus sueños y a la persona que viniste a ser. 

Si te cuesta decidir y no lo haces, eso también es tomar una decisión. 

No decidir es una decisión en sí misma: “decido no hacer nada”, en ese caso estás decidiendo esperar, posponer  o no responsabilizarte.

¿Qué pasa cuando hay falta de coherencia emocional en nuestra vida? Consecuencias y síntomas.

¿Qué consecuencias, efectos secundarios o síntomas puedes notar cuando no estás en coherencia con tu ser esencial?

  • Tristeza: cuando te sientes un poco triste, te sientes deprimida o te despiertas de noche pensando en algo… 

Todos estos son síntomas claros de que has actuado fuera de tus valores, quizás con un discurso engañado.

  • Malestar: Por tu propia actitud ante algo o por tus propias exigencias. Quizás sientes culpa. 

En mi caso me ocurre que al ser terapeuta, a veces siento que debería ser perfecta, y no me permito ni alzar la voz. Pero me recuerdo que “Yvonne es humana”, y le pasan cosas humanas… al igual que a los demás seres humanos. 

Así que si te preguntas si a veces pierdo mi paz interior, la respuesta es SÍ, pero soy consciente de ello y no responsabilizo ni culpo a los demás.

Ese malestar interno y la pérdida de bienestar del que te hablo por la falta de coherencia, son una gran oportunidad para poner de manifiesto uno de nuestros grandes valores, la HONESTIDAD. 

Analiza dónde estás con respecto a ese grado de malestar y tristeza, y trabaja para mejorar.

Si te sientes en paz, tranquila, conectada y sosegada, a pesar de que las emociones suben y bajan, pero no hay nada que destaque mucho y te genere malestar, entonces ahí puedes sentir que vives bastante en coherencia.

El cuerpo sabe perfectamente si estás o no alineada con tu biología. 

Cómo nos sentimos nos lo confirma. 

Cuando esto no ocurra, te invito a volver a tu centro, a revisar tus valores y principios, a recordar qué o quiénes son más importantes para ti. 

No olvides revisar tu lista.

Mis 4 pasos para la transformación hacia una vida con más coherencia emocional.

Llego al final de este artículo compartiendo contigo mis 4 pasos para la transformación, algo que me ayudó muchísimo a cambiar y mejorar como persona:

1. TOMO CONCIENCIA: La clave es ACEPTAR lo que te pasa, no lo resistas, no lo camufles, no lo niegues, no lo ignores, no lo minimices… ACEPTAR LO QUE ES. 

No pasa nada si eso que te ocurre ahora te da vergüenza, te hace sentir culpable o te genera inseguridad. No lo escondas, sea lo que sea, toma consciencia de que es así. 

Abrázalo, es vital verlo y aceptarlo primero si quieres mejorarlo, cambiarlo y transformarlo.

2. TOMAR UNA DECISIÓN DIFERENTE: Si haces lo mismo, una y otra vez, obtienes el mismo resultado.

Así que para que algo cambie en tu vida tienes que hacer algo diferente, por encima del miedo, la indecisión o la inseguridad que puedas sentir ahora.

Decide leer un libro, hacer un curso, tener esa conversación pendiente, decide dejar ese trabajo, mudarte…

En definitiva, decide hacer algo diferente con respecto a lo que te pasa y deseas cambiar o mejorar, sino la vida o los demás lo harán por ti, aunque de entrada no sepas que tienes que hacer primero. 

Simplemente empieza a hacer algo diferente. 

Con 20 años, yo tomé una de las decisiones más importantes de mi vida, solo sabía que quería cambiar y mejorar ya que no me gustaba la persona en la que me estaba convirtiendo. 

No sabía qué tenía que hacer para lograrlo, pero la decisión de cambiar y mejorar ya estaba tomada.

Esa decisión y alguna otra son las que me han permitido poder convertirme en quien realmente vine a ser. 

3.COMPROMISO EN LA DECISIÓN QUE HAS TOMADO: Me refiero a comprometerte contigo misma o incluso con otras personas. 

Si necesitas empezar a hacer el cambio por otra persona, hazlo, porque a veces nosotras mismas nos saboteamos y nos cuesta comprometernos al 100%, pero si hay una tercera persona implicada, solo por no fallarle, por cuidar la relación, sentirás el impulso de cumplir tu compromiso. 

Por ejemplo hay madres que han dejado de fumar o de gritar por sus hijos. 

Así que busca ayuda, pregunta a quién sabe, busca un libro…

Inspírate en alguien que ya haya logrado lo que tu deseas ahora. 

Algo que a mi me ayudó mucho, en su día, hace ya más de 30 años, fue rodearme de personas a las que deseaba parecerme. 

Y el libro de Louise Hay, “Usted puede sanar su vida”, fue el inicio de mi camino para la transformación.

Decide empezar a gritar menos, a juzgar menos, a criticar menos, a quejarte menos… 

Y a responsabilizarte más, a respetar más, a escuchar más y sobre todo,  a amar más y mejor. 

Mañana no serás ya una madre consciente, que deja de gritar y es paciente y amorosa, pero te aseguró que después de haber tomado esa decisión, de compartirla con tus hijos y con las personas de tu alrededor, estarás más cerca de SER LA MADRE QUE TUS HIJOS NECESITAN.

Lo único que nos distancia de dónde estamos hoy a dónde deseamos llegar es una decisión. 

Si te pasas, vuelves a caer en lo mismo o sientes que te has equivocado en tu decisión, acepta lo ocurrido y redirecciona de nuevo si no te gusta el resultado. 

Decide de nuevo y no dejes de buscar hasta encontrar lo que deseas o necesitas. 

Y sobre todo, ponle fecha a ese compromiso.

4.ACCIÓN: Actitud para ponerse en marcha.

Sin acción no hay transformación, ni sanación, ni movimiento.

Si solo dices y dices no llegarás a ningún lado,  tienes que HACER lo que dices.

Recuerda esa COHERENCIA… Lo que SIENTES y lo que CREES es abstracto, pero lo que DICES y lo que HACES no es abstracto, sino algo bien concreto.

En este cuarto paso de pasar a la ACCIÓN, es donde te invito a darte el permiso de hacer, deshacer, de retraer o de llevar para adelante esos cambios que creías que no tocan por edad o por otros límites que te has impuesto.

Todas tenemos la capacidad de transformar, cambiar y mejorar nuestra vida e incluso más de una vez en la vida.

Lo que nos diferencia a unas personas de otras son las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida, aquello que hacemos con lo que nos pasó. 

Una decisión te acerca o te aleja de un resultado, de la felicidad, de esa persona, de ese trabajo, de poder sanar, de convertirte en quien viniste a ser y la madre que tus hijos necesitan. 

El cambio, el crecimiento y la transformación NO son posibles desde la queja y el victimismo.

Busca, busca, pregunta, pregunta, y escucha tu voz interior hasta que encuentres la respuesta.

Si lo que has elegido no te funciona, cambia, cambia de decisión, de actitud, de libro o de persona. 

No hay que empezar ni acabar nada, esa creencia no es cierta y no nos ayuda.

Si empiezas algo, un libro, quiero que sepas que no tienes porque acabarlo si no te aporta valor, puedes cambiar de decisión mientras lo lees y decidir que no quieres llegar al final.

En ningún caso habrás perdido el tiempo. 

A veces necesitamos hacer algo para saber que eso es precisamente lo que NO deseamos seguir haciendo. 

Ese tiempo fue necesario para probar, sentir, averiguar y darte cuenta de si ese era o no tu camino. 

Ese tiempo que ahora consideras perdido, es muy valioso, te sirvió para darte cuenta de algo, para aprender y sin ese tiempo nunca lo hubieras logrado.

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