Mío, tuyo, suyo… o de quien lo necesite…

Llevo ya mucho tiempo dándole vueltas al tema de las posesiones y al hecho de dejar/prestar “nuestras” cosas. Hay mucho escrito sobre este tema: Se dice que a los niños pequeños les cuesta mucho dejar “sus” cosas o por lo menos entender ese concepto.

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NOTA: Este artículo lo escribí en 2012. Quizás hoy cambiaría algunas cositas pero así pensaba y sentía entonces y quier ser fiel a quien era… Un abarzo y deseo te inspire.

Llevo ya mucho tiempo dándole vueltas al tema de las posesiones y al hecho de dejar/prestar “nuestras” cosas. Hay mucho escrito sobre este tema: Se dice que a los niños pequeños les cuesta mucho dejar “sus” cosas o por lo menos entender ese concepto. Hay quien dice que no hay que obligarles a dejar “sus” cosas hasta que ellos mismos estén preparados. Otras opiniones, menos respetuosas, dicen que hay que “enseñarles-forzarles-obligarles” a dejar las cosas ya de bien pequeños… Hay opiniones para todos los gustos.

Yo quiero ir un poco más allá con este tema. ¿Realmente es necesario que las cosas (de cada miembro de la familia) tengan un propietario? ¿No sería mejor que quien necesite algo lo use y si no se está usando lo pueda usar otro? ¿Realmente hace falta tener que pedir permiso para usar algo que nadie esté usando? ¿Por qué decimos los adultos por ejemplo, “mi taza” en vez de “la taza azul” o “la roja”?

A ver si me explico. Es evidente que usamos las palabras mío, tuyo, suyo, mi, tu, su… por inercia, inconscientemente. Yo me pregunto si no las usamos demasiado y sin necesidad. Hace años en casa también habían cosas sólo de Ainara o de Urtzi (Naikari aún no había nacido) pero a raíz de tener varias experiencias negativas con respecto a las posesiones me plantee un cambio radical de enfoque. Yo solía decir que esto es de Ainara o esto es de Urtzi y que se tenían que pedir permiso respectivamente para poder usarlas. No obstante, no me mantenía muy fiel a ello. Algo dentro de mí me decía que era “ridículo”, innecesario tener que pedir permiso para usar algo que nadie usaba simplemente porque en su día alguien se lo hubiese regalado a uno o a otro o porque uno lo había pedido el año pasado y ya tenía que ser suyo de por vida. ¿Realmente necesitan los niños saber que poseen algo en exclusiva? ¿En qué les beneficia eso? ¿No les acarrea más problemas que otra cosa, esa actitud? Creo que somos los adultos los que realmente fomentamos ese sentimiento de posesión sobre las cosas al decir que algo es mío tuyo en vez de ahora lo estoy usando yo y ahora tú y luego nadie, o sea lo puede usar  quien quiera o quien lo necesite. Nuestro ejemplo y modo de hacer les influencia mucho. Personalmente, mis hijos nunca han tenido muchos problemas en dejar “sus”cosas. Quizás cuando eran muy bebés pero se les pasó enseguida. En cambio, sí he visto niños con un gran sentimiento de posesión. He estado observando este comportamiento durante años hasta llegar a la siguiente conclusión: Lo fomentamos y provocamos nosotros,  los adultos, sin ser del todo conscientes. Cuando nuestro hijo tan solo tiene un año o dos y le decimos que esto o aquello es suyo, le hacemos dependiente de ese objeto y si además cuando va al parque y ve algo de otro niño y lo coge le decimos: “Eso no es tuyo, no lo cojas, es de ese nene”. El niño interpreta y aprende que las cosas se poseen y uno tiene el poder de decidir no dejarlas aunque no se estén usando. ¿Qué hará entonces nuestro hijo? Pues, agarrase a lo suyo y no querer dejarlo. He visto ocasiones en que un niño está en un parque tan tranquilo jugando con algo solito y viene otro niño y coge su triciclo, patín, pelota… y empieza a jugar con el y la madre va a su hijo y le pregunta si le deja al niño jugar con su pelota, patín, triciclo… El niño, que ni tan siquiera se había dado ni cuenta, automáticamente responde que no. Es la actitud de la madre la que provoca en el niño ese “no”. Ella le da ese poder de decisión (la opción de decir no) al niño al preguntarle si se lo quiere o no dejar cuando ni tan siquiera se dio cuenta. Es como si el niño pensara: “Ah, pero… ¿puedo decidir no dejárselo aunque no lo necesite? Pues… entonces… no, no se lo dejo”. Al cabo de los meses y años, ese mismo niño puede un día llegar al parque y darle “su” bici a su madre y decirle que se asegure de que nadie la toque. La bici se pasa la tarde apoyada en el banco sin que nadie la disfrute. Claro que la bici es del niño pero podemos verlo de otro modo. El niño es quien la ha pedido y quien tiene la preferencia para usarla. Pero si un hermano u otro niño (amigo o no) la quiere o necesita, personalmente, pienso que debería poder usarla siempre y cuando no la esté usando nadie. Deberíamos poder usar y disfrutar de las cosas en vez de poseerlas sin más. Cuando les damos a los niños el “poder” de decidir si dejar algo o no aun que no lo estén usando no les hacemos ningún favor, en mi opinión. ¿Por qué un niño tiene la necesidad de no dejar algo que no está usando o necesitando? ¿Qué hay detrás de ese comportamiento? Cuando actuamos así es porque en el fondo los queremos respetar pero confundimos el respeto con fomentar otro tipo de valores. Les podemos respetar igualmente sin fomentar la posesividad por el simple hecho de haber comprado algo. Yo lo veo parecido a lo de fomentar la competitividad en el juego preguntando quién gana o quién ha perdido. Muchas veces los niños ni se plantean eso. Volvemos a ser los adultos quienes les “enseñamos” lo que precisamente, a veces, queremos evitar. ¿Por qué algo es más nuestro que del tendero, del fabricante, del diseñador… por el simple hecho de haber pagado 30 euros por ello? ¿Eso hace que yo tenga el poder total y absoluto para decidir que nadie puede usarlo o tocarlo sin mi consentimiento? ¿Por qué no simplemente usarlo mientras lo necesitemos y luego pasárselo a alguien más?

Nosotros tenemos muchas cosas recicladas, de segunda mano, prestadas, regaladas… en casa. La ropa de mis hijos va de persona en persona. La prima mayor se la pasa a Ainara y luego pasa a Naikari. Hay ropa que la pueden usar las dos. La ropa no es de Ainara o de Naikari. Simplemente Ainara la está “usando” ahora, antes la “usaba” su prima y el año que viene la usará Naikari si aún se puede llevar. Con todo lo demás pasa lo mismo. Urtzi es quien pide, necesita, desea los dinosaurios, los puzles, las pelotas, el violín… pero si él no lo está usando cualquiera puede usarlo sin tener que pedirle permiso. ¿Por qué iba él a tener el poder de decidir quién puede y quién no puede usar o disfrutar de algo que él no está usando ni necesitando en ese preciso momento? ¿A caso se puede alguien sentir bien viendo que alguien quiere usar algo que no necesitamos y negárselo? ¿En qué lugar queda la empatía? Lo único que sí intentamos respetar en nuestra casa es si alguien quiere o necesita ese “algo” en concreto que pidió en su día pues se lo devolvemos (dejamos de usarlo). Al no tener ese “poder”, el poder de no querer dejar algo aunque no se use, casi nunca hay disputas por nada. Nadie le quita las cosas al otro sin más o porque son “suyas”. Ese argumento no vale, no tiene peso. Puede pasar que dos quieran algo al mismo tiempo pues ellos mismos suelen decidir que quien lo pidió en su día tiene preferencia o un rato cada uno… De hecho está en la casa gracias a que alguien lo pidió y de este modo todos podemos disfrutar de ello.

Habrá quien no estará de acuerdo con este planteamiento y quizás estará pensando: “Yo no dejo mi coche, ni mi ropa, ni mi…”a cualquiera aunque no lo necesite o no lo esté usando”. Supongo que la mamá que piensa así es la misma que le dice a su hijo/a que si no quiere dejar algo que no lo deje aunque no lo esté usando. Yo sí he dejado ropa y seguiría dejándola si no la voy a usar. También deje mi coche durante un año entero a un chico africano del pueblo porque nunca lo usábamos (siempre usábamos la furgoneta). Mucha gente no se podía creer que le hubiese dejado a Meissa el coche sin más. Lo único que le pedí, fue que si lo necesitábamos nosotros algún día me lo dejase y que no quería que lo usara los fines de semana más que para ir a trabajar. No queríamos que lo usara para ir de fiesta con los amigos. Se lo dejábamos para ir a trabajar y comprar. Un sábado me llamó al timbre tarde de noche para decirme que su hermano llegaba el domingo al aeropuerto de Barcelona (vivimos a hora y media de Barcelona) y me preguntó si podía ir a buscarle. Podía haber ido y seguro que no me hubiese dado cuenta pero no lo hizo. Al cabo de un año lo necesitamos y él se compró un coche igual. El día que me lo devolvió me dijo con lágrimas en los ojos que estaba muy agradecido y que nunca nadie había hecho algo así por él o confiando en él de ese modo… Yo también me emocioné. Mis hijos estaban presentes. Ellos lo vieron tan natural: “No usábamos el coche, él lo necesita, pues se lo dejamos”.

Creo que no hacen falta muchas más palabras, ¿verdad?

No hace falta que dejemos nada valioso para dar ejemplo a nuestros hijos. La verdad es que nunca me hubiese planteado prestar nada “mío” para demostrar nada, simplemente ocurrió y lo hice sin más.

Un día hablando sobre este tema con mi pareja, me dijo que cómo iba a dejarles usar el ordenador del trabajo o una herramienta peligrosa. No tenemos que dejarles usarlo todo. Podemos explicarles que ese ordenador es muy importante y que no nos podemos permitir que le ocurra nada malo. Dar esa explicación no es lo mismo que decir: “El ordenador de papá no se toca” o “No puedes usarlo ya que es de papá”. No pueden usar el ordenador del trabajo porque es muy delicado no porque sea de papá. De igual modo que no pueden usar la sierra eléctrica porque es demasiado peligrosa, no porque sea de papá o mamá. Si hay un hermanito/a pequeño/a en la casa pues más de lo mismo. No podemos dejar que  rompa o  estropee algo. Pero, repito que no es lo mismo decir: “no se toca porque no es tuyo” que por qué es frágil o delicado. Decir: “no te lo dejo porque es mío”, es una decisión arbitraria. No hay motivo aparente sino solo sentimiento posesivo por poseer y tener.

A nosotros nos va muy bien de este modo e incluso he visto como mis hijos han resuelto problemas con otros niños sobre este tema diciendo cosas tales como: “Ya sabemos que esta bici la usabas tu antes de que la usara tu hermana, simplemente la está usando ella ahora porque tú tienes la grande y ya no te hace falta esta”. A lo que el niño responde: “Vale, vale… pero es mía”. Y la hermana dice: “Que no, ahora es mía”. Si desde un principio ellos hubiesen visto que las cosas se usan, utilizan y  tienen  cuando se necesitan sin tener que poseerlas, ahora no tendrían este “problema” de apego cuando en realidad ya no necesitan el objeto en cuestión.

Personalmente, no creo que sea tan difícil ser algo más conscientes de cómo usamos las palabras y el poder que ejercen en nuestros hijos. Podemos empezar por cambiar el mío, tuyo… por el verbo usar. Luego viene lo más difícil: dejar de apegarnos tanto a las cosas materiales.

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12 comentarios en “Mío, tuyo, suyo… o de quien lo necesite…”

  1. Me va a hacer reflexionar…
    ¿Y qué hacer con niños o adultos que no cuidan las cosas que usan? Porque resulta que después de pasar por sus manos han quedado estropeadas o inutilizadas.
    Estoy de acuerdo con tu post, al que añadiría el enseñar el valor del cuidado y el respeto; que los objetos requieren tiempo, energía, materiales para crearlos y es importante darles un buen uso.
    Gracias!

  2. Hola mamá,
    En mi opinión, la mejor manera de poder «enseñar» el valor del cuidado y el respeto por las cosas es con el ejemplo. Cuidando nosotros
    lo nuestro y lo de los demás… Pero como tu muy bien dices, si alguien hace un «mal» uso de algo le podemos explicar que para nosotros ese objeto, juguete … es valioso y que si lo usa con cuidado lo puede tener pero si lo lastima necesitaremos guardarlo, el puede escoger el tenerlo y cuidarlo o el dejarlo hasta que esté preparado para usarlo con cuidado…

    Un saludo y gracias por comentar.

    1. Hola, me llamo Jordi.¡¡ Potente el escrito.!! Mas propio de una civilización mas evolucionada. I, dime, ¿dónde queda la libertad, necesarea, de experimentar, el sentimiento de poser? La línea de -negación- es fina, y el ser brutalmente honrados con nuestro sentir, no es fácil. Para mi, si en lo que propones, no hay negación oculta, a la sombra, claro, entonces, extraordinario!!

      1. Wow… Jordi! Potente tu reflexión, también. Yo misma me plantee esa misma cuestión ya que, si me conoces un poco, sabrás que mi gran pasión, intención… llamemoslo como sea… es dar y permitir que los niños tengan voz, respetarles e intentar acompañarles para ayudarles y darles la libertad y seguridad para poder llegar a ser quienes han venido a ser. No obstante, no siempre nos es posible. Al principio, precisamente, permitíamos que nuestros hijos tuvieran ese sentimiento de poseer pero mi di cuenta, con el tiempo, que eramos precisamente los adultos quienes más lo fomentábamos, como ya comenté en el artículo, por cómo nos comportamos entre nosotros y por las palabras que usamos. Estoy totalmente de acuerdo en que sí tenemos un sentimiento de poseer, no tengo claro si es innato o aprendido… Pero sí lo tenemos. Y de echo lo expresan, nuestros hijos, cuando están jugando con algo o usándolo… No lo quieren soltar hasta haber acabado con ello o hasta no necesitarlo. Mientras lo usan tienen ese sentido de poseer y quizás lo usen o utilicen más rato cuando saben que alguien está esperando para tenerlo… Si nadie espera no hay tanto afán de poseer… En fin, Jordi, no sé si te he contestado pero es que, sinceramente, yo misma me sigo haciendo esa pregunta y tampoco lo tengo del todo claro… Un saludo y muchas gracias por tu comentario el cual me ha hecho pararme y seguir cuestionándome mi propias creencias y actitudes.

  3. Gracias Ivonne, por dudar, por expresarte tan sinceramente, a la postre me llega una autenticidad, que sabe a miel! Tú artículo, me llegó al corazón, porque yo provengo de un mundo muy antiguo, en que todo se basaba en cooperar. He experimentado justamente lo contrario; para pues, sentirme tan pobre y vacío; para pues, desear con fervor, ‘volver a mis orígenes’, aceptando, descubriendo paso a paso, quien realmente soy. Y una vez tomé la determinación de sanarme en esta vida, ha sido inevitable y preciso, afrontar las negaciones, que tan sutil, y no tan sutil, se esconden en nuestras identidades, en los personajes que a veces tan positivos nos empeñamos en representar….El nuevo paradigma, nos abre las puertas a la cooperación, lo sabes bien; a los que ya estamos hartos, hastíos de competir; al galope de los egos; al trote, de una mente poseidora solo, de argumentos y razones; de una mente, super-puesta, sobre-puesta al corazón. Para mi, la cooperación, puede ser el billete para un mundo realmente humano y mágico. Gracias Ivonne!!

    1. Muy agradecida, Jordi, por tu aportación. Me sorprendió que dijeras que venías de un entorno en donde había tal sentido de «cooperar» que te lastimo y te vació… No suele ser la tónica… La gran mayoría estamos aún en procesos de indagación personal y «sanando».
      Te deseo un feliz camino lleno de paz interior.

  4. Interesante la reflexión Yvonne, para mí difícil. Soy consciente de que yo he sido modelo de posesión para con mis hij@s, claramente. Le daré una vueltita, ya que me gusta lo de USAR, muchas gracias por estar ahí, Susie.

    1. Lo bueno es la reflexión personal y ser conscientes de cómo nos relacionamos con las cosas… Esto lo escribí hace más de dos y precisamente ahora mis hijos, tengo que reconocer, que quieren tener algunas cosas que sí mismos. Lo han decidido por sí mismo y están repartiéndose cositas del play mobile. Todos juegan con todo pero han querido clasificarlo en 3 cajas distintas y dicen que cada una es de uno de ellos. Ainara, la mayor, me dijo: «Ya sé mamá que todo es de todos pero nosotros lo hemos decidido así y queremos dividirlo». Yo les pregunte si están los 3 de acuerdo y al ver que sí… pues… nada… Es que son mis mejores maestros… Un abrazo.

  5. Hola Yvonne, que interesante… me gustaría ponerlo en practica. Mi hija tiene 20 meses y le atraen mucho los objetos y la comida ‘de otros niños’ que ve en los parques. Como manejarías tu las situaciones cuando es tu hija la que va directamente a coger ‘algo que no es suyo’. Que le dirías?
    Gracias!

    1. Encantada de conocerte Monica… La verdad que tu hija es muy pequeña para este tipo de dialogos pero seguro se lo puedes hacer llegar… Si estamos en un lugar público sería sensato llegar cosas para «compartir-dejar-usar»… Si coge algo de otro niño puedes comentar en voz alta, por ejemplo: Le gusta muchos tu pelotita, supongo no te importará que la use un ratito… Puedes darle voz a tu hija y al otro niño…

      Un abrazo.

  6. Gracias Yvonne. A veces, no muy a menudo, la madre o el niño/a se ofenden cuando mi hija toca o coge ‘algo de ellos’. Incluso a veces los padres mismos se ponen nerviosos si mi hija toca digamos la motocicleta de su hija, y dicen ‘oh no!’ … Yo normalmente la aparto con calma y le digo que esa motocicleta es de tal niña y que lo siento pero que no puede jugar con ella. Que le dirías tu a tu hija en estas situaciones?

    Gracias de nuevo y un abrazo.

  7. Pingback: La posesión: una cuestión puramente cultural – Maternidad y crianza responsable

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