¿Cómo te gustaría que fuera la madre de tus hijos?

Llevo unos días, por no decir unos meses, que me estoy preguntando muchas cosas sobre la madre que soy y la que quiero llegar a ser o la que mis hijos necesitan que sea. Es tanto el peso y la influencia que ejercemos en nuestros hijos como madres

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Llevo unos días, por no decir unos meses, que me estoy preguntando muchas cosas sobre la madre que soy y la que quiero llegar a ser o la que mis hijos necesitan que sea. Es tanto el peso y la influencia que ejercemos en nuestros hijos como madres que creo que todas deberíamos pararnos de vez en cuando y reflexionar sobre la madre que somos y la que nos gustaría ser o la que nuestros hijos merecen y necesitan que seamos. También sería importante e interesante saber si somos autenticas o simples replicas de nuestras propias madres.

Hay momentos en los que miro a mis tres tesoros y se me iluminan los ojos. Me siento feliz, afortunada… Y le doy gracias a la vida por todo lo que tengo. No obstante, hay otros momentos en los que me siento desbordada, agobiada… Y no soy capaz de ver las cosas a mí alrededor con el positivismo que me caracteriza.

Sé que no soy la mamá perfecta y que quizás nunca lo sea. No lo pretendo, solo quiero hacerlo lo mejor que sé ahora y que cada día, semana, mes… lo vaya haciendo un poquito mejor. Quiero ser consciente de todo lo que sucede a mí alrededor. No quiero vivir la vida sin saborearla o sin darme cuenta de lo que realmente estoy viviendo.

Si nos paramos a pensarlo, es realmente fácil ser los padres que nuestros hijos quieren, desean, necesitan y merecen. Simplemente tenemos que escucharles, mirarles y prestarles atención sin horarios. Ellos nos van diciendo en cada momento (con palabras o con sus actos) si se sienten bien o no. Si sus necesidades están o no satisfechas. Si necesitan más de nosotros o si quieren estar solos. En mi opinión, lo más difícil es dar esa atención y esa escucha sin horarios y sin anteponer nuestras necesidades a las suyas. Si nuestras necesidades, siendo niñas, no fueron satisfechas nos va a ser mucho más difícil satisfacer las de nuestros hijos. Ese es un síntoma: Cuanto mejor nos hayan atendido (satisfecho nuestras necesidades) mejor sabremos atender (satisfacer las necesidades de nuestros hijos). Es muy difícil poder dar lo que uno nunca recibió.

Nuestro propósito en cuanto a aprendizaje autónomo y crianza natural y respetuosa no es simplemente cambiar nuestra forma de ser como personas o como padres si no intentar satisfacer las necesidades de cada uno de nuestros hijos por separado e intentar que el ambiente en el cual viven (dentro y fuera de casa) sea el más adecuando posible para facilitarles un optimo desarrollo emocional y un autentico aprendizaje natural. Al hacer y procurar todo esto es cuando los padres cambiamos aun sin habérnoslo propuesto.

Volviendo a la parte difícil, anteponer sus necesidades a las nuestras. Con esto no quiero decir que nunca podamos satisfacer una necesidad nuestra. Por supuesto que podemos. Lo que intento decir es que por regla general sus necesidades y las nuestras suelen, en muchas ocasiones, ser muy distintas e incluso incompatibles. En mi opinión, el secreto está en sentirnos bien, llenos, felices… como personas. Si una persona esta “llena” puede dar mucho mejor que si esta “vacía”. Quizás el secreto esté en no olvidarnos de nosotros mientras estamos por los demás. Lo que a mi, personalmente, me llena mucho es leer. Necesito tener cada día un rato para la lectura aun que solo sean unas pocas páginas del libro que tengo entre manos. Tengo la necesidad que estar siempre aprendiendo algo nuevo sobre los temas que me apasionan (uno de los cuales es precisamente el de ser uno mismo y liberarse de todo lo que arrastramos). Lo que también necesito de vez en cuando es silencio absoluto. Solo puedo pensar con claridad (incluso llego a meditar) cuando estoy haciendo algo que no requiere mi atención (que pueda hacer sin pensar en ello) como tareas de la casa, planchar, conducir (parece extraño, pero cuando conduzco y ellos (mis hijos) van dormidos es como si me fuera a otro mundo). Si no tengo esos espacios de silencio me desbordo, me inquieto, no tengo tanta paciencia ni empatía… Los ratos de lectura pueden ser en compañía de ellos sin necesidad de ese silencio pero cuando alguna vez he estado sin leer más de 3 o 4 días ya lo empiezo a notar. Hablar, también, es importantísimo para mí. Me encanta poder conversar con mi pareja cuando llega por la tarde. Me podría pasar horas y horas hablando con él. Hablar con otras mamás afines a mí también me llena mucho.

Creo que es fundamental e imprescindible que todos sepamos como llenarnos a nosotros mismos con pequeños actos cada día para no tener esa sensación de vacío. Siempre hay algo que nos pueda alegrar o cambiar el humor. Hay que buscarlo aun que sea en lo más hondo de nuestro corazón.

Si sabemos buscar aquello que nos hace sentir bien (coser, correr, escribir, dibujar, cocinar, pintar…) y sabemos pedir o buscar los momentos para hacerlo nos será mucho más fácil dar a nuestros hijos todo aquello que necesiten. Es muy difícil cubrir las necesidades de alguien (nuestros hijos, nuestra pareja, nuestros padres, amigos…) si las nuestras las tenemos olvidadas y abandonadas. Aun que en un pasado alguien se olvidase de las nuestras, esas carencias las podremos suplir siempre y cuando seamos conscientes de que se olvidaron de nosotros y busquemos la forma de “llenarnos” (de un modo positivo y productivo – hay gente que se llena con tabaco, café, comiendo mucho y mal, con dulces, viendo la tele… eso no llena el alma si no que son meros sustitutos de ese amor que no tuvimos en su día). Si esto que acabo de decir le ha “resonado” a alguien y quiere profundizar en el tema, os recomiendo la lectura de los libros de Laura Gutman (en especial: “Crianza, violencias invisibles y adicciones») y los de su maestra Alice Miller (en especial: “El saber proscrito” y “Por tu propio bien”). En mi bibliografía hay más y al final de la página del blog, en el margen derecho podéis encontrar más libros de estas fabulosas escritoras.

La madre que quiero para mis hijos debe ser feliz para poder radiar felicidad. Debe ser positiva para poder ayudar en los momentos difíciles. Debe querer aprender siempre algo nuevo para poder maravillarse por lo descubierto. Debe preguntarse el porqué de las cosas y buscar la verdad. Debe quererse mucho (tanto a ella misma como a su niña interior) para así poder querer a los demás con más fuerza. Debe saber que lo que hizo en un pasado, pasado está y que lo que puede hacer ahora (si es que algo no le gustó) es no volver a repetirlo. Debe saber que su infancia no tiene por qué ser repetida de ninguna manera. Debe saber que ya no, solo, es la hija de su madre si no que ahora, también, es la madre de sus hijos. Debe saber aprender de todos sus errores aun que de vez en cuando repita algunos. Debe vivir en armonía con la naturaleza y dejar vivir a cada cual su propia vida. Debe respetar a todos los que piensan de forma distinta a ella. Debe procurar satisfacer las necesidades intelectuales, cognitivas, emocionales y físicas de sus hijos. Debe rodearse de personas que le ayuden a llegar a ser como ella desea ser. Debe saber comunicar lo que quiere decir y saber escuchar sin juzgar ni opinar. Debe ser paciente y empática. Debe saber y tener claro lo que desea de la vida y pedírselo y, también, debe saber pedir ayuda siempre que la necesite…

Sé perfectamente que tipo de madre deseo ser para mis tres hijos y mi gran sueño es llegar a ser la madre que ellos desean, necesitan y merecen.

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