El Camino de Santiago en Familia, una experiencia de vida inolvidable. 

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Hoy, viernes 12 de julio de 2024, escribo estas líneas después de regresar a casa junto a mi familia. Hace apenas un par de días completamos un increíble recorrido de 260 km a pie en 10 días, caminando las primeras 10 etapas del Camino de Santiago (el camino francés), la ruta de peregrinación más importante de la Europa medieval, que cruza todo el norte de España de punta a punta. Poco a poco, los cinco vamos volviendo a la “normalidad” de nuestro día a día.

Una Experiencia Única

Caminando con nuestros tres hijos adolescentes, llevando lo mínimo en nuestras mochilas, hemos vivido una aventura maravillosa, enriquecedora, emotiva, llena de aprendizajes y bellos recuerdos. La verdad es que no encuentro una palabra lo suficientemente bella y potente para describir lo que hemos experimentado en estos 12 días: 10 días de caminar junto a mis hijos y mi compañero de vida.

El hecho de haber podido realizar este viaje en familia ha sido, ¡WOW!, indescriptible. Más adelante te contaré por qué ha sido tan especial y mágico para mí. Honestamente, ha sido un gran sueño hecho realidad, un sueño que he esperado casi 20 años para cumplir. Esto me reafirma que todo en la vida nos llega en el momento justo, cuando estamos verdaderamente preparados para experimentarlo. Si algo no llega, es porque no es para nosotros. Confiar en esta verdad me proporciona una paz inmensa.

Mi Historia

No sé si ya me conoces o si conoces parte de mi historia de superación personal. Si no es así, te invito a que la leas en otro momento para comprender mejor por qué hago lo que hago y cómo llegué hasta aquí.

Quiero compartir una pequeña parte de mi historia: Hice el Camino de Santiago entero por primera vez sola, en 2003, caminando con mi mochila desde Saint Jean Pied du Port (Francia) hasta Finisterre (Galicia). Recorrí cerca de 900 km, cruzando toda España por el norte en casi 40 días. Salí el 4 de agosto y llegué el 11 de septiembre, caminando una media de 25 km al día; algunos días casi 40 km. Generalmente, se camina por la mañana y se descansa por la tarde en albergues municipales, pero yo hacía dobles etapas algunos días, caminando toda la tarde después de un breve descanso.

Reflexiones sobre el Camino

Quizás te estés preguntando: ¿Qué sentido tiene andar tantos kilómetros durante tantos días? ¿Por qué alguien querría hacer eso?

Caminando hora tras hora, día tras día, semana tras semana, he vivido una de las experiencias más íntimas y sanadoras de mi vida. Estos 40 días marcaron un antes y un después para mí; no sería quien soy hoy sin esa experiencia. Hacer el Camino no es lo mismo que realizar una excursión larga y regresar a la rutina.

Levantarme cada día a las 5 de la mañana y caminar durante 6 u 8 horas permite reflexionar, conectar y sanar profundamente. Esta conexión con uno mismo, al caminar día tras día, es difícil de alcanzar en nuestra vida cotidiana.

Es fundamental reconocer que no todas las personas que han realizado el Camino han vivido la misma experiencia. La actitud, la responsabilidad y el compromiso son cruciales. Si estamos abiertos y receptivos, lo que puede emerger de nuestro ser es a menudo sanador y revelador. Hablo desde mi experiencia, y puedo afirmar que estar en medio de la naturaleza en silencio y en paz interior es algo que no se experimenta a menudo. Somos parte de la naturaleza, y estar en ella nos reconecta con nuestra verdadera esencia.

La Magia del Silencio

Recomiendo a todo el mundo que se tome el tiempo para estar consigo mismo en silencio. Se puede caminar en grupo o en pareja; de hecho, yo lo hice en algunos tramos. Sin embargo, recomiendo también caminar durante al menos algunas horas sin hablar, viviendo el momento presente. Lo que uno experimenta en ese silencio es indescriptible, simplemente mágico. Hay que vivirlo para comprenderlo.

Durante los días que hice el Camino con mi familia, se me ocurrió una idea un poco alocada; me encantaría realizar parte del Camino de Santiago con un grupo reducido para vivir una experiencia terapéutica profunda. Imagínate, caminar en silencio cada mañana, meditar, y en las tardes, hacer trabajo personal terapéutico grupal conmigo, continuando al día siguiente con un propósito claro.

Un Sueño por Cumplir

En fin, este es otro sueño que espero cumplir cuando sea el momento adecuado. Desarrollaré esta idea más en profundidad para ofrecer una experiencia realmente sanadora y transformadora, muy profunda, para un grupo comprometido que esté preparado para vivir algo así.

Volviendo al 2003: El Inicio de Nuestra Historia

Volviendo al 2003, cuando hice el Camino sola por primera vez: ¿Sabes a quién conocí allí, haciendo también el Camino solo? ¡Exacto! Creo que lo has imaginado e intuido, ¿verdad? Andreu, mi actual compañero de vida, gran amor y padre de nuestros tres maravillosos adolescentes.

El Encuentro Inesperado

Nos conocimos el primer día, en el primer albergue de peregrinos en Saint Jean Pied du Port, la vida está llena de sorpresas y señales continuamente. El 4 de agosto hicimos, junto a otros peregrinos, nuestra primera etapa del Camino. ¿Cómo podía imaginar que esa primera etapa sería la que nos uniría hasta el día de hoy, 21 años después? Allí empezó nuestra amistad, y luego nuestra historia de vida y de amor juntos. Él también estaba haciendo el Camino solo. Su motivación para hacerlo era completamente distinta a la mía, pero la vida quiso que nuestros caminos, nunca mejor dicho, se cruzaran precisamente en ese lugar y en ese momento. Increíble.

La emoción de cada mensaje

Por motivos de trabajo, él no pudo terminar el Camino en 2003; llegó hasta León, habiendo andado unos 440 km. Durante esos 20 y pico días que estuvimos andando «juntos», se forjó una bonita, íntima y especial amistad entre nosotros. Recuerdo andar a su lado horas y horas con una sensación muy gratificante y una paz inmensa. Hubo algunas etapas en las que estuvimos hablando largas horas, pero casi siempre compartíamos más por las tardes en los albergues con otros peregrinos.

En aquel entonces, no existía el WhatsApp, solo los mensajes de texto. Cuando él se fue, cada tarde, al encender mi teléfono, me encontraba un mensaje de texto suyo deseándome una bonita etapa o preguntándome cómo me había ido ese día. Algunas tardes hablábamos un ratito por teléfono y le explicaba lo que había vivido, visto, a quién había conocido, le describía los paisajes, etc. Es como si él hubiera vivido a través de mí la parte del Camino que le faltó por recorrer: los 400 km restantes. Para mí, era muy emotivo encender mi teléfono y ver su mensaje de cada día.

Algunos días no hablamos, ya que yo necesitaba mi espacio y no quería empezar algo con alguien justo en ese momento de mi vida. Eso no entraba en mis planes, pero la vida no tuvo eso en cuenta, ya que me tenía preparada una sorpresa y una experiencia muy distinta… ¿Sería que yo ya estaba preparada para recibirle?

El Final y el Nuevo Comienzo

Resumiendo, cuando terminé el Camino de Santiago, el 11 de septiembre del 2003, después de subir hasta Finisterre, hasta la punta más extrema de Galicia, si daba un paso más, me caía al agua; él me estaba esperando justo delante de la Catedral de Santiago de Compostela. ¡Wow! Ahora sí lo entendí todo. Dios y la vida siempre están de nuestro lado. Muchas cosas cobraron sentido en ese preciso instante. Lo que sentí fue un CLICK brutal: mi infancia, mi historia, mi madre, mi hermana, mis dos exparejas, mi vida, mis sueños… y un largo etcétera.

Andreu me invitó a pasar unos días con él en Bilbao, su ciudad natal. Acepté, y el resto os lo cuento otro día…

La Promesa Familiar

Años más tarde, después de la llegada de nuestra primera hija, Ainara, en 2005, y luego nuestro hijo Urtzi en 2006 y finalmente nuestra hija Naikari en 2009, dijimos y decretamos que algún día haríamos el Camino de Santiago todos juntos en familia. Para nosotros, era un gran sueño. Este año 2024, 21 años después de conocernos, cuando nuestros hijos tienen 19, 17 y 15 años respectivamente, llegó el gran momento de empezar a recorrer esta maravillosa ruta de peregrinaje todos juntos.

Para nuestros hijos, también es muy especial hacer el Camino de Santiago, ya que nos han oído hablar de nuestra historia muchas veces, y todo empezó ahí para nuestra familia. Aunque, honestamente, todo comenzó en nuestras propias infancias, la de Andreu y la mía, pero eso es otra historia aparte.

Las Etapas del Camino

Este año, hemos recorrido 10 etapas (de las 30 y pico) en 10 días, un total de 260 km. Ha sido maravilloso pasar por los mismos lugares y dormir en los mismos albergues. ¡Qué bellos recuerdos! Me emociona mucho. Algunas etapas han sido especialmente mágicas y otras muy duras, algunas de más de 30 km con altas temperaturas, y otras más suaves, incluso con lluvia, hasta llegar a Belorado, muy cerca de Burgos, desde donde lo retomaremos el próximo año, si Dios quiere.

Nuestra intención es recorrer todo el Camino de Santiago hasta Finisterre en familia, pero en diferentes años, ya que hacerlo todo del tirón requiere de muchos días seguidos, más de un mes, y poder disponer de ese tiempo los cinco juntos no es tan fácil. Además, así también tenemos la ilusión de hacerlo poco a poco cada año. Quizás en dos o tres años más lo acabamos.

Conozco a muchas personas que, por motivos de trabajo o familia, no disponen de un mes o más seguido para poder hacerlo y lo han hecho en varias fases en diferentes años, y también es maravilloso. Otras personas simplemente no han podido hacerlo del tirón por alguna lesión o ampollas en los pies. No siempre tenemos el control de todo. En el Camino uno aprende esto rápido.

El Cuidado de los Pies

Los pies son una parte del cuerpo que normalmente no cuidamos mucho o, por lo menos, no tomamos en cuenta en nuestro día a día. Es como si nos olvidáramos de nuestros maravillosos pies. No obstante, en el Camino, podría decirte que son la parte del cuerpo más importante de todas, ya que una simple ampolla de medio centímetro de diámetro o una pequeña, diminuta, rozadura puede impedirte seguir andando al día siguiente. Si no se cuida bien o se infecta, ya no podrás seguir. Es más, hay gente que, al no saber cómo tratar y curar una ampolla, han tenido que volver a casa y dejar de andar. Parece mentira, pero eso ocurre mucho. ¡Qué lástima!

Una simple ampolla infectada duele tanto que no te permite seguir andando a menos que pares una semana o más. Por tanto, el cuidado de los pies cada mañana y cada noche, así como el calzado y los calcetines sin costuras, son vitales y esenciales. Y llevar un buen botiquín de emergencia por si acaso.

Ainara, nuestra hija mayor, tuvo dos ampollas, una en cada dedo gordo del pie, que le impidieron seguir andando con sus propios zapatos, que eran demasiado nuevos. Tuvimos que comprarle unas sandalias abiertas para que pudiera seguir andando llevándolas con calcetines para evitar rozaduras y que no tocaran sus dedos de los pies con nada. Es muy importante usar zapatos deportivos o de trekking ya usados y bien adaptados a nuestros pies.

Por suerte, yo sabía, por mi experiencia en 2003, cómo tratar una ampolla recién salida para evitar que se reviente y se abra la piel. Llevaba hilo y aguja de coser. Es muy simple: pasar la aguja con el hilo de algodón muy fino por la ampolla y dejar el hilo dentro para que vaya drenando muy poco a poco. Finalmente, en 2 o 3 días, se seca y ya se puede hacer vida normal. Ese fue un gran aprendizaje para Ainara, ya que fue con unos zapatos deportivos demasiado nuevos. Yo le expliqué esto y le propuse, un mes antes de hacer el Camino, que los usara mucho y andara con ellos al menos algunos kilómetros. Naikari sí lo hizo, pero Ainara no quiso, ya que no lo sentía necesario.

No insistirle permitió que ella pudiera verlo y experimentarlo por sí sola. Nos afectó a todos un poco, ya que si uno de los cinco no podía andar o tenía algún problema, había que adaptarnos, aceptar y tener paciencia. Ese fue el aprendizaje para nosotros cuatro.

Hemos pasado por muchos bellos pueblitos y ciudades. Cruzamos bosques, campos de trigo, ríos, aldeas…

Quisiera compartir algunas de las etapas oficiales del Camino de Santiago que hemos recorrido en familia. A continuación, detallo las primeras diez etapas, resaltando momentos especiales y reflexiones que surgieron durante el trayecto.

Nuestras 10 Etapas

Etapa 1: Desde Saint Jean Pied du Port a Roncesvalles

Distancia: 25 km
Dificultad: Alta (8h a pie)

Esta etapa es bastante dura. Hay personas que se la saltan y empiezan el camino directamente en Roncesvalles para evitar este puerto de montaña. No hay albergue municipal por el camino, por lo tanto, hay que hacer toda la etapa entera de 25 km hasta Roncesvalles para poder dormir. Hay unas vistas espectaculares desde los 2.500 metros de altura.

Etapa 2: Desde Roncesvalles a Zubiri

Distancia: 23 km
Dificultad: Media (7h a pie)

Se pasa por unos bosques maravillosos. La llaman la etapa del bosque encantado. Hay momentos muy mágicos en esta etapa. Nos llovió casi durante toda la etapa. Suerte que la capelina que nos tapaba de arriba abajo.

Etapa 3: Desde Zubiri a Pamplona

Distancia: 21 km
Dificultad: Baja (5h a pie)

Casi no hay ninguna subida ni bajada; es una etapa bastante llana. En Pamplona tuve la bonita oportunidad de conocer en persona a una de las alumnas de nuestro Máster Profesional en Crianza Consciente. Me escribió por WhatsApp al saber que pasábamos por Pamplona. Estuve compartiendo en mis redes algunas fotos, y al verlas, se animó a preguntarme si nos podíamos ver. Me alegra mucho cuando alguna alumna mía o seguidora me contacta para conocernos en persona. Vino a vernos al albergue municipal y luego nos fuimos a pasear por la ciudad con ella.

Etapa 4: Desde Pamplona a Puente la Reina

Distancia: 24 km
Dificultad: Media (7h a pie)

Aquí ya empezamos a pasar bastante más calor. Esta etapa la hicimos Andreu y yo prácticamente solos. Estuvimos conversando mucho sobre la primera vez que la hicimos en 2003 y recordando momentos muy bellos juntos. Increíble poder revivir tantos momentos en una sola etapa. Andreu, que suele ser un hombre de pocas palabras, estuvo hablándome casi toda la etapa recordando los días juntos en 2003. Fue una etapa muy especial y emotiva para los dos.

Etapa 5: Desde Puente la Reina a Estella

Distancia: 22 km
Dificultad: Baja (6h a pie)

Estella es un pueblito encantador de Navarra. Para Andreu y para mí, Estella es un lugar y una etapa muy especial, ya que fue justo en este pueblo donde él me confesó que le gustaba. En palabras textuales, me dijo con timidez: «¿Sabes que me he encaprichado de ti?» Qué emocionante recordar todo esto ahora. Hay historias de amor y de vida muy bellas, pero la nuestra es mi favorita.

Etapa 6: Desde Estella a Los Arcos

Distancia: 22 km
Dificultad: Baja (6h a pie)

Esta etapa la hice casi toda entera con Naikari, nuestra hija menor. Cada mañana salíamos los cinco juntos y poco a poco cada uno iba cogiendo su ritmo, adelantándose o quedándose más atrás, sobre todo en los tramos donde había alguna subida. En esta ocasión, me encantó andar junto a Naikari. Estuvimos hablando sobre muchísimos temas y nos divertimos mucho juntas.

Etapa 7: Desde Los Arcos a Logroño

Distancia: 28 km
Dificultad: Media (7h a pie)

La última mitad de esta etapa, las últimas 3 o 4 horas, las anduve completamente sola y fue maravilloso. Lo pasé un poco mal por el calor; no obstante, tuve ocasión de pensar y meditar mucho. Estos momentos de conexión profunda con mi ser son tan bellos, inspiradores y sanadores para mí...

Etapa 8: Desde Logroño a Nájera

Distancia: 30 km
Dificultad: Media (8h a pie)

Esta fue una etapa larga y muy calurosa. Llegamos todos realmente cansados, sedientos y súper hambrientos. Tuvimos que esperar casi dos horas a que abriera el albergue municipal a las 14h. Recuerdo que fui a un supermercado para comprar fruta, hummus, frutos secos, pan y queso para la espera. En este albergue, solo había sitio para unas 22 personas y, como ya nos conocíamos con muchos de los caminantes peregrinos, decidimos hacer una cena común. Kesha, un hombre americano chef, nos cocinó para todos. Urtzi y yo nos pusimos de pinches de cocina con otras personas. Antes de cenar, Ainara hizo una práctica de yoga para todos y Naikari nos preparó un show de magia de cerca espectacular. Lástima que no tengo fotos ni vídeos del show de Naikari. Fue una velada realmente bella; parecíamos una gran familia.

Etapa 9: Desde Nájera a Santo Domingo de la Calzada

Distancia: 21 km
Dificultad: Baja (5h a pie)

En este caso, nosotros alargamos esta etapa hasta Redecilla del Camino y andamos 32 km en unas 8h. Fue la etapa más dura para mí y para todos. Queríamos intentar llegar hasta Burgos antes del día 11 o 12, pero finalmente decidimos hacer 10 etapas y volver tranquilamente a casa y seguir el próximo año. El camino tiene esto: mejor no hacer muchos planes y adaptarse al momento presente y fluir. En ocasiones, tocará hacer menos de lo deseado o más de lo esperado.

Adaptarse a las circunstancias y dejar el control fue todo un aprendizaje tanto para nosotros como para nuestros hijos adolescentes.

Etapa 10: Desde Santo Domingo de la Calzada hasta Belorado

Distancia: 23 km
Dificultad: Baja (6h a pie)

Desde Belorado hasta Burgos serían dos etapas más de 25 km y 28 km, respectivamente. Nosotros salimos de Redecilla del Camino hasta Belorado (12 km) y luego ya cogimos un bus de Belorado a Burgos, y de Burgos a Vitoria otro, y de Vitoria a Pamplona otro, y de Pamplona a Canet de Mar (casa) en coche. El próximo año lo retomaremos desde Belorado. Será maravilloso seguir de nuevo los cinco juntos. Me hace tanta ilusión.

Reflexiones Finales

El Camino Francés está muy bien señalizado casi durante todas las etapas, lo cual es fundamental para no perderse y recorrer la ruta original.

Estar atentos a las señales es muy importante para no desviarnos y poder llegar a nuestro destino de la mejor manera y sin «perder» tiempo. Esto también lo comparo con la vida misma.

¿Cuántas veces la vida nos manda muchas señales que no vemos o no queremos ver, y días, meses o incluso años más tarde nos damos cuenta de que no «era» por ahí?

El ritmo medio de una persona al andar es de unos 4 km por hora. No obstante, hay quien puede recorrer 5 km y quien solo 3 km. Nuestro hijo Urtzi solía llegar una hora antes que nosotros, ya que su ritmo es bastante más rápido. Andreu llegaba más o menos una hora más tarde que nosotras y casi dos más tarde que Urtzi. Respetar los ritmos de cada uno es muy importante cuando se andan tantos kilómetros. El cuerpo sabe muy bien lo que necesita, y escucharlo y respetarlo es vital.

En una excursión corta de 5 km o 10 km, es muy fácil ir todos juntos. Pero cuando son tantos kilómetros y tantos días seguidos, es vital respetar cada cuerpo y cada ritmo. Estas etapas que os he compartido serían más o menos las oficiales. No obstante, las podemos adaptar a nuestras necesidades, intereses y ritmos. Las podemos hacer más cortas si vamos con niños más pequeños o gente mayor, o incluso más largas dependiendo de lo que busquemos.

Lo más importante es tener cuidado e informarnos bien sobre los lugares donde hay albergues municipales para hospedarnos si deseamos hacer el camino de la forma más auténtica y tradicional. También hay quienes reservan con antelación los alojamientos en casas rurales, hoteles y demás. Este no ha sido nuestro caso. Nosotros nos hemos levantado a las 5h cada mañana para empezar a andar sin calor y poder llegar pronto a nuestro destino y encontrar plaza en los albergues municipales de peregrinos. Estos son los originales y los primeros que había. Hoy en día, este camino se ha popularizado y actualmente hay más tipos de alojamientos disponibles. Cuando lo hice en 2003, no había tanta oferta.

También hay algo muy bonito en este camino: muchas veces, a medida que andamos, nos encontramos a peregrinos con los que hemos compartido camino en otras etapas y volvemos a saludarnos, hacer una pausa para tomar algo o comer, lo que hace que, de alguna manera, se forme una comunidad entre los caminantes.

El camino tiene mucho que enseñarnos sobre la vida misma. Se lo he dicho a mis hijos y a Andreu. Cada paso nos recuerda que lo que importa no es tanto el destino como el camino. No es solo el final, sino todo lo que encontramos y aprendemos en el trayecto. ¡A seguir disfrutando del camino!

Nuestra intención es volver el año próximo y seguir andando lo que nos falta y quizás, al año siguiente, ya terminarlo. Hacerlo del tirón, como lo hice yo en 2003 requiere de muchos días, como ya os he comentado, más de un mes, y actualmente disponer de todos esos días los 5 juntos en familia es complicado con 3 adolescente y nuestro proyecto profesional. No obstante, hacerlo en varios años es más viable para nosotros y así tenemos la ilusión de volver de nuevo. Estamos todos muy motivados e ilusionados de poder volver juntos el próximo año. 

¿Has andado alguna vez tantos kilómetros? ¿Te gustaría vivir una experiencia como esta?

Conectándome en directo con mi comunidad

Han sido 12 días de mucho aprendizaje, conexión, reflexión, intimidad, conversación, silencio, soledad y socialización. Ha habido momentos de todo. Quizás te estás haciendo algunas preguntas. Al final de este artículo, doy respuesta a muchas de las que me hicieron mientras estábamos caminando. De hecho, un día, en Puente la Reina, me conecté en directo una tarde e hice un LIVE en mis redes de Instagram, donde respondí a algunas preguntas en directo. Al final de este artículo, te comparto las más frecuentes

Una experiencia auténtica

Hemos querido hacer el camino de la forma más auténtica, tradicional y espiritual para sentir esa experiencia de peregrinar. De pueblo en pueblo, caminando de albergue municipal en albergue, cada uno con lo básico en su mochila. Nuestras mochilas pesaban entre 5 kg y 8 kg, respectivamente. Llevábamos lo mínimo de lo mínimo, aproximadamente el 10% de nuestro peso. Ha sido una lección de humildad, austeridad y sencillez para todos.

Haciendo el camino, uno se da cuenta de lo poco que realmente necesitamos para vivir, estar en paz y ser feliz. Deseo compartir contigo esta reflexión personal sobre cómo siento la experiencia de andar el Camino de Santiago. Es como vivir la vida en miniatura, en concentrado.

Reflexiones sobre la vida

En la vida hay momentos, temporadas, meses o incluso años extremadamente bellos, especiales y únicos. Pero también hay otros no tan bellos, ¿verdad? Por ejemplo, épocas de estudio, mudanzas, estrés o dolor, así como momentos de alegría, ilusión y felicidad. La vida es cíclica y vivimos un conjunto de experiencias y vivencias muy distintas a lo largo de los años.

En el camino pasa exactamente lo mismo, pero de manera más concentrada. Hay etapas de andar 25 km por bosques bellos y frescos, y luego viene una etapa de 30 km con un sol ardiente a 35 grados por prados de trigo, sin sombra y con poca agua. En una etapa, puedes vivir una experiencia espiritual maravillosa y pacífica; en la siguiente, puedes sentirte invadido por el cansancio, el peso de la mochila, el hambre y el calor.

Aceptar esto y sacar el máximo provecho de cada experiencia es todo un arte. La forma en que respondemos a ellas refleja cómo actuamos en nuestro día a día. El camino nos ayuda a conocernos más en profundidad para seguir trabajando en esos aspectos que necesitamos mejorar. De ahí nace mi deseo de algún día hacer el Camino de Santiago con un grupo de personas y crear una experiencia de conexión, transformación, aprendizajes y sanación. Suena interesante, ¿verdad?

Encuentros y soledad

Hay etapas en las que te pasas hablando con otros peregrinos, y te parece que el tiempo vuela. Y hay etapas que las caminas casi a solas, en estado reflexivo y meditativo. Igual que en la vida misma, hay temporadas o años en contacto con gente diferente: estudiantes, compañeros de trabajo, vecinos, ex parejas… Luego, pierdes el contacto y entra nueva gente en tu vida.

En el camino, sucede exactamente lo mismo. Te encuentras a veces con los mismos peregrinos una y otra vez en varias etapas y albergues; compartes mesa y conversaciones, pero luego los “pierdes” de vista. Al cabo de tres días, te los vuelves a encontrar en el camino o en la cola de la ducha. Algunos no los vuelves a ver en tu vida. Con algunos mantienes el contacto años después, y con otros solo quedan ligeros recuerdos. Como en la vida misma, la gente entra y sale a lo largo de los años, como ese viejo amigo que hace años que no ves, pero que al reencontrarte, parece que el tiempo no ha pasado.

Una mirada más profunda

En fin, para mí, el camino es cómo vivir la vida del día a día, pero más intensamente, concentradamente y en miniatura. Ocurre lo mismo, pero en un tiempo más corto. Otra cosa que me gustaría compartir contigo es que en el camino todas las personas somos “iguales”. Tenemos las mismas necesidades humanas; no hay tantas diferencias sociales, laborales o económicas entre unos y otros.

Me refiero a que todos vamos con lo mínimo a cuestas (una mochila que no pesa más de 7 kg con nuestras pocas pertenencias), todos andamos de pueblo en pueblo, todos pasamos calor, todos tenemos sed y hambre al llegar a los albergues municipales de peregrinos. Todos olemos a sudor y necesitamos una ducha; todos hacemos cola para ducharnos o cocinar. La mayoría hace el camino solos y los que no, acaban caminando muchos kilómetros igualmente en soledad. Sin excepción, todos necesitamos una litera para descansar. Estas mismas necesidades nos unen y nos humanizan.

La esencia del ser humano

No hay tantas etiquetas ni estatus social. No sabes, ni se nota, si alguien es ingeniero, doctor, abogado, músico, artista o está en el paro. Eso no es importante a primera vista. Quizás luego entablas una conversación más íntima y te cuentas la vida entera, pero en un principio eso no es determinante para compartir mesa. Todos somos seres humanos simplemente caminando, cada uno, imagino, por motivos diferentes.

Repito, allí no se nota quién es estudiante, joven, mayor, rico o pobre. Hay quien lo ha dejado todo para reencontrarse; hay quien lo hace de forma espiritual o religiosa; hay quien lo hace de manera más deportiva o cultural. Algunos lo hacen por una promesa o como agradecimiento, y hay quienes lo hacemos por varios motivos a la vez o un poco de cada.

Cuando hice el camino por primera vez en 2003, fue para reencontrarme en un momento de crisis personal. Necesitaba estar sola, en silencio, conmigo misma. Quería meditar, pensar y ordenar mi vida. Tenía la sensación de que mi vida era como un puzzle de 5,000 piezas y, tras una conversación con mi madre, el desenlace de mi vida cambió completamente.

Un nuevo comienzo

Antes de hacer el camino, pensé: “Ya tengo la última pieza del puzzle de mi vida; ahora solo necesito tiempo, paz, tranquilidad, soledad y paciencia para armar mi puzzle”. ¡Cuál fue mi sorpresa al ver que la vida me tenía reservada una pieza más de ese maravilloso puzzle: ¡Andreu! ¿Quién me iba a decir que ese hombre, mi gran compañero de vida hoy, iba a cambiarlo todo, absolutamente todo, en mi vida?

Andreu y yo le dijimos a nuestros tres hijos que deseábamos hacer una de las 10 etapas solos. Fue maravilloso revivir, de alguna manera, nuestro primer camino 21 años atrás. Fue una etapa mágica de 24 km de Pamplona a Puente la Reina que no olvidaré jamás. Andreu no es un hombre de muchas palabras; yo soy mucho más habladora y extrovertida que él.

Sin embargo, os confieso que durante las 7 u 8 horas que estuvimos caminando, Andreu casi habló todo el tiempo, recordando momentos, etapas, días y conversaciones de nuestra experiencia juntos en 2003. Incluso me explicó cosas muy íntimas y compartió sensaciones y emociones que yo no sabía sobre su vivencia aquel año.

Recuerdos y ritmos

Fue una etapa mágica, bella y muy romántica a pesar del calor, el cansancio, el sudor, el hambre y la fatiga. Las demás etapas las hemos andado cada uno a su ritmo. Nuestro hijo Urtzi, por ejemplo, necesitaba un ritmo más rápido, así que él llegaba antes, solo o con Ainara o Naikari algún día, y nos esperaban.

Un par de días, estuve caminando con él los primeros kilómetros, unas dos horas, y finalmente me confesó: «Mamá, andar a tu ritmo más lento me cansa más. Si no te importa, me adelanto, ¿ok?».

Por la mañana, siempre salíamos los cinco juntos y luego, poco a poco, nos íbamos separando y volviendo a juntar según los ritmos y necesidades de cada uno. A veces, me volvía a encontrar con Urtzi, ya que había parado en un pueblo a beber agua, descansar o hablar con alguien. Pasábamos un rato juntos y luego nos reencontrábamos todos en el albergue.

Hacer el Camino de Santiago es una experiencia única. Hay que vivirla para sentirla y experimentarla. La energía que se percibe a lo largo del camino es palpable, repleta de señales que, si estamos atentos y dispuestos a ver y sentir, nos pueden brindar respuestas profundas. Yo he encontrado muchas respuestas en el camino… ¡muchas, muchísimas!

Mis viajes alrededor del mundo

He viajado mucho por el mundo: India, Tailandia, Nepal, México, Costa Rica, Panamá, Bolivia, Australia, Turquía, Europa… He estado en muchos lugares maravillosos, en países muy diferentes. Viajé mucho de joven como voluntaria en mis años de docente. Lo hice en pareja, con amigos y, en muchas ocasiones, sola. Actualmente, viajo con mi familia, ya sea por turismo o por trabajo si tengo algún congreso o evento.

Sin embargo, hacer el Camino de Santiago a pie fue, y ha vuelto a ser, una de las experiencias más maravillosas de mi vida. Quiero agradecer a todas las personas que nos han escrito preguntando y animándonos en nuestro peregrinaje, y también a todo mi equipo, que se ha ocupado de todo durante los días que estuvimos fuera, permitiéndome cumplir este gran sueño de hacer parte del camino con mis hijos y compañero de vida.

Preparación para el Camino

¿Cómo nos hemos preparado?

La verdad es que no hemos hecho nada especial para prepararnos, ya que todos somos bastante activos en casa. Yo suelo salir a caminar y correr varios días por semana, y cada mañana hago un poco de ejercicio en casa, una mezcla de yoga, pilates y estiramientos. Los martes y jueves bajo a la playa con Ainara y hacemos una clase de fitness con un grupo. Ainara practica yoga regularmente, Urtzi va al gimnasio, juega al fútbol, sale a correr y en bici. Naikari también juega al fútbol, practica skateboard y no para quieta ni un momento. Andreu es el menos activo; salimos a pasear de vez en cuando y hace un poco de pesas cuando se acuerda… je je je.

En nuestro caso, no hemos hecho nada especial para entrenarnos, pero si una persona no está acostumbrada a andar mínimo 8 o 10 kilómetros seguidos o lleva una vida muy sedentaria, sí considero que sería necesario entrenarse unos meses antes.

¿Qué llevábamos en la mochila?

Llevamos lo mínimo de lo mínimo: dos shorts o mallas, dos camisetas de manga corta, ropa interior para tres días, tres pares de calcetines, un saco de dormir de algodón fino, un neceser con lo imprescindible, un pequeño botiquín, un pareo o toalla fina, un libro, una botella de agua de un litro, una linterna, una capelina por si llueve, pinzas de la ropa y cuerda para tender la ropa, además de unos imperdibles por si la ropa no se seca lo suficiente y poder colgarla de la mochila al día siguiente. También llevábamos chanclas y una muda de ropa cómoda para las tardes.

Cada tarde, al llegar al albergue, lo primero que hacíamos era ir a comprar algo de comida, preparábamos una gran ensalada y cocinábamos algo rápido, como arroz integral, pasta, huevos duros, tofu, garbanzos ya hervidos… y mucha fruta y frutos secos. Luego, lavábamos la ropa interior y las camisetas para el día siguiente. Es importante que todo pese lo menos posible, ya que no es recomendable llevar más del 10% de tu peso en la mochila.

¿Cuánto cuestan los albergues municipales de peregrinos?

Los albergues municipales son muy económicos, con precios que oscilan entre 7 y 14 euros la noche por persona, lo que incluye el uso de la cocina y los baños. Algunos incluso cuentan con lavadora y secadora para facilitar la colada a los peregrinos. Para dormir en estos albergues, es necesario tener la credencial de peregrino debidamente sellada en cada albergue. Están destinados exclusivamente a alojar peregrinos, no turistas. Sin embargo, si uno desea dormir en sitios más cómodos, hay hoteles y casas rurales en muchos pueblos y grandes ciudades. Pero nosotros hemos hecho el camino como peregrinos.

Requisitos para los albergues

Solo se necesita la credencial, que puedes conseguir antes de salir en tu ciudad o en algunos albergues directamente.

¿Dónde comíamos?

El desayuno lo solíamos hacer andando, comiendo algo de fruta, frutos secos o tortitas de maíz o arroz. A veces parábamos en algunos de los food trucks que nos encontrábamos en el camino. Hay niños o familias que ponen su coche o furgoneta con comida y bebida para los peregrinos. También hay bares y tiendas en los pueblos. Sin embargo, hay etapas donde no se pasa por pueblos y no se puede comprar nada. Ahí es donde, mágicamente, en medio de la nada, a veces encontrábamos un alma caritativa con agua, fruta o algo para picar. Recuerdo una mañana que estaba muerta de sed y, en medio de la nada, me encontré con un grupo de niños de unos 12 años que tenían botellas grandes de agua en las que habían hecho ellos mismos zumo de limón con menta para los peregrinos, pidiendo un euro por vaso. Eso fue la gloria, y además estaba fresquito.

Alojamiento en literas

¿Hemos dormido en literas todos los días? Así es, cada día y cada noche. Nosotros decidimos hacer el camino como peregrinos «de verdad», y así son los albergues municipales. No obstante, como ya he comentado, también es posible hacerlo de forma más cómoda o turística y con alojamientos diversos.

Gastos diarios por persona

No llevé la cuenta exacta, pero más o menos gastamos entre 25 y 50 euros por día y persona, dependiendo del coste del albergue y si comprábamos la comida y la hacíamos en la cocina del albergue o si comíamos en un restaurante. También aquí incluí el transporte en autobús y gasolina. Se puede hacer el camino con un presupuesto mucho menor, alrededor de 20 euros al día. Al ser cinco personas, nos salió una media de 35/40 euros por día x 5 personas x 12 días = unos 2.100/2.400 en total. No llega a 500 euros por persona por los 12 días. Ha sido un viaje relativamente económico, pero muy rico en experiencias.

¿Qué hacemos cuando no andamos?

Al llegar a los albergues, lo primero que hacíamos era ir a comprar los alimentos para el día, ducharnos, hacernos la comida y lavar la ropa. Luego, dependía del día: pasear por la zona, visitar el pueblo o ciudad, leer, escuchar música, descansar, hacer una siesta, pensar, jugar algún juego de mesa, practicar un poco de yoga, hablar entre nosotros y/o con otros peregrinos, escribir… A mí, personalmente, me encanta conocer gente nueva y saber de sus vidas. Muchas tardes me pasé escuchando historias de vida y compartiendo un poco sobre nosotros también. Alguna tarde nos íbamos a alguna cafetería bonita a merendar o leer un ratito, y por la noche dormíamos pronto, ya que los albergues municipales cierran luces y puertas a las 10 p.m.

¿Se puede hacer el camino con niños de 7 y 10 años?

El camino se puede hacer como uno realmente quiera o desee. Lo más importante es adaptarnos a las necesidades de cada persona, su forma física, su edad, sus gustos e intereses. Con niños de 7 años, no creo que sea posible hacer etapas muy largas. Quizás lo ideal sería andar entre 8 y 15 kilómetros para no cansarse ni agotarse demasiado. Sin embargo, si son niños muy activos, en buena forma física o deportistas, podrían andar más. Sería cuestión de probar y conocerse bien.

¿Qué pasa si hace mal tiempo o llueve?

La verdad, es que no pasa nada diferente. Yo siempre digo que no existe tal cosa llamada «mal tiempo». El frío es necesario, la lluvia es necesaria, no puede hacer sol cada día del año. Por tanto, lo importante es adaptarnos al tiempo con ropa adecuada. A nosotros nos llovió bastante un día entero y un poquito otro día. Los demás hizo mucho, pero que mucho calor. Es importante llevar una gran capelina en la mochila por si llueve, ya que así te la puedes poner por encina de la mochila y llega hasta las rodillas o tobillos y se puede seguir andando. No hay mal tiempo, sino ropa adecuada. 

REFLEXIONES FINALES: 

Nos podemos inspirar o motivar con las experiencias que los demás nos pueden contar sobre el Camino de Santiago, o cualquier otro viaje, o experiencia de vida. No obstante, cada persona recibe y se lleva algo diferente a pesar de estar en el mismo lugar en el mismo momento. 

Nosotros éramos 5 personas y cuando hacíamos recuento por la tarde-noche sobre ese día, cada uno de nosotros explicaba algo distinto, sentía algo distinto, aprendía algo distinto, valoraba y apreciaba algo distinto… 

Lo que sin duda nos unía era la experiencia de volver a caminar un día más y abrazar todo aquello que la vida nos tenía preparado para la siguiente etapa de 20, 25 o 30 kilómetros. 

Dicho esto, os invito a pasar horas, largas horas en la naturaleza, ya sea caminando, bailando, escalando, paseando… Estar en la naturaleza nos conecta con nuestra verdadera naturaleza humana. 

Hacer el Camino de Santiago es algo que recomiendo mucho ya que además, hay la parte mágica, espiritual, mística… 

El camino no deja indiferente a nadie. El camino puede cambiar y transformar una vida dependiendo de qué hacemos con todo lo que sale y experimentamos ahí. Puede ser un simple viaje, un paseo para desconectar del día a día y descansar. Un gran viaje interior. Un antes y un después. Un adiós y un hola. Un gracias. Un dejar atrás y empezar de nuevo…

El camino no es igual para todos. Depende mucho en qué condiciones lo empezamos y los motivos que nos llevan a hacerlo.  

¿Te gustaría hacer el Camino de Santiago? ¿Has andado alguna vez más de 200 kilómetros en pocos días?

Cuéntame en los comentarios, estaré encantada de saber de ti. Esto es todo por hoy. 

Te mando un gran y fuerte abrazo.  

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