Hoy vengo con estas reflexiones personales que deseo te inspiren y te conecten…
Mi intención y mayor propósito es dar voz a todos esos niños y niñas que todos fuimos, para luego poder dar voz a los niños que comparten nuestra vida. Seguimos haciéndoles cosas a los niños que no haríamos jamás a un adulto y que, por supuesto, no quisiéramos que nos hicieran a nosotros.
- ¿Por qué seguimos castigando, amenazando, criticando, juzgando y humillando a nuestros hijos y niños en general?
- ¿Por qué necesitamos ejercer el poder y el control sobre ellos?
- ¿Por qué necesitamos su obediencia y complacencia?
- ¿Por qué no podemos satisfacer sus necesidades de contacto, juego, escucha, motrices, presencia, mirada, atención…?
- ¿Por qué pensamos que un adulto puede pedirle, hacerle y decirle a un niño lo que le plazca?
- ¿Por qué no podemos sentir la pena, la soledad, el miedo, la vergüenza, la falta de amor y la desesperación que sienten nuestros hijos cada vez que son tratados así?
- ¿Qué es lo que nos imposibilita ponernos en su lugar y conectar con su vulnerabilidad y su tristeza?
- ¿Qué es lo que verdaderamente nos imposibilita llegar a ser la madre o padre que cada uno de ellos necesita que seamos?
La respuesta a todas y cada una de estas preguntas es: Porque de niñas hemos recibido y sufrido lo mismo. Nosotras también estábamos en ese lugar. No lo podemos recordar porque nadie lo nombró y nadie nos dio voz. No les estaríamos tratando así si nadie nos hubiera tratado así a nosotras primero.
¿Cuántas generaciones más vamos a esperar para darles voz a nuestros hijos y demás niños? Rompamos la cadena de una vez por todas y dejemos atrás lo que no queremos seguir perpetuando.
¿Qué tipo de padres y madres queremos que tengan nuestros nietos?
Si necesitas ayuda para poder sentir más y mejor a los niños de tu vida te invito a informarte pulsando en el siguiente botón: