La violencia es un síntoma, es algo aprendido, es un grito desesperado de dolor, malestar, falta de amor… En un acto violento. Hay una intención de hacer daño.
En cambio, la agresividad es una respuesta natural a algo que atenta contra nosotros.
Este tema puede traer mucha controversia o resistencia. No obstante, es de vital importancia hablarlo, revisarlo, trabajarlo… y sobre todo dejar de negar y silenciar mucha de la violencia que hoy en día aún existe en la sociedad contra los niños.
Cuando dejemos de ejercer tanta violencia contra los niños tendremos una sociedad sin violencia, ya que estos niños amados, respetados y escuchados como legítimamente necesitan no necesitarán ejercer violencia contra nadie.
La violencia nace y se va cultivando principalmente por la falta de maternaje.
La primera vivencia más hostil para un niño es la falta de mamá.
Si el niño tiene experiencias hostiles en su entorno, pero mamá le ama, le valida, le recoge, le protege, le confirmará: “Tú vales, tú mereces, tú me importas…” Mamá, puede llegar a compensar el dolor, el trauma o las vivencias que pueda estar teniendo si ella está de su lado y hace algo por ya para el niño.
No olvidemos que la peor de las experiencias para un niño no es aquello que se le hace, se le dice o le falta.
La peor vivencia siempre es la SOLEDAD con la que tiene que vivir esa experiencia.
La experiencia hostil del niño es un cúmulo de:
- Lo que le hacen.
- Lo que le dicen.
- Lo que le falta.
- La soledad con la que lo vive. La falta de mamá o de testigo.
- La falta de necesidades cubiertas. Si nadie se las valida.
- El vacío. Para el niño es violento tener que vivir la carencia, el vacío, el abandono, el rechazo, la dependencia… El niño pensará: “No valgo, no merezco, no importo, no pertenezco…” El vacío viene por la falta de atención, falta de mirada, falta de presencia, falta de vínculo, de seguridad, de intimidad, de confianza, de complicidad, de comunicación…
- El exceso de violencia activa. Los golpes, los gritos, las palizas, el abuso sexual, el abuso verbal, el abuso emocional, el exceso de control, de límites arbitrarios, exigencias, padres o madres muy violentos, agresivos, abusivos, ausentes, adictos, deprimidos, victimizados…
Tanto la violencia pasiva como la violencia activa son hostiles para el niño. Dentro de la psique y el corazón infantil las dos vivencias son violentas.
¿Por qué de una forma natural y espontánea no nos ayudamos los unos a los otros?
Lamentablemente, todavía vivimos en una sociedad violenta. Nos cuesta ser empáticos y conectar con las necesidades de otras personas. Gritamos, insultamos, criticamos, amenazamos… En muchos casos elegimos ejercer la violencia.
El mayor ejemplo de violencia y falta de maternaje de la historia.
Hay actos que podríamos calificar como máximas expresiones de violencia. Por ejemplo, lo que hizo Adolf Hitler mandando ejecutar a sangre fría a más de 6 millones de personas judías (niños, padres, madres…) No había empatía en esos actos.
Hitler nació siendo un bebé vulnerable, que esperaba amor, complacencia, ternura, mirada, contacto, vínculo… igual que todos los bebes del mundo. En lugar de eso encontró gritos, palizas, abuso sexual… vivió atrocidades en su infancia. El monstruo se creó, se “fabricó”. Él tuvo que anestesiarse para dejar de sentir ese dolor tan profundo. Se anestesió tanto que dejó de sentirse a sí mismo y como consecuencia dejó de sentir a las demás personas.
Todos los dictadores, abusadores, maltratadores… de niños fueron víctimas de maltrato, abuso o falta de amor primario (de mamá, papá o demás adultos.)
No obstante, no todas las personas que han vivido situaciones violentas se convierten en personas violentas o abusivas. Lo más importante es lo que hacemos con aquello que tuvimos que vivir de niños o adolescentes. Podemos elegir contar la cadena o simplemente perpetuarla una generación más por falta de toma de conciencia.
Toda persona violenta, hambrienta de hacer daño a otro, con necesidad de venganza, viene de un escenario de violencia. Toda persona violenta fue víctima de violencia o abuso.
Te invito a reflexionar:
1. ¿Qué trato recibiste en infancia?
Cuando algo atenta a tu bienestar, cuando uno de tus hijos o tu pareja hace algo que te molesta,
2. ¿Cómo reaccionas de forma automática y espontánea?
- Gritas
- Te enfadas
- Juzgas
- Te quejas
- Amenazas
- Castigas
- Premias
- Te vas
- Te sientes fatal
- Estás a punto de explotar
O por el contrario:
- Estás tranquila
- Estás pausada
- Validas
- Ayudas
- Escuchas
- Acompañas
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3. ¿Tú qué recibías en infancia?
Me encantará leerte en comentarios…
La violencia se aprende además de ser la mayor consecuencia de la falta de amor primario. |
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