Dejar de querer cambiarles: cuando validar, conectar y nombrar parecen no ser suficiente…

¿Por qué, en el fondo, seguimos necesitando que los niños nos obedezcan? Muchos/as de nosotros queremos relacionarnos más amorosa, pacífica y respetuosamente con nuestros hijos y niños en general.

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A raíz de estos 4 artículos que he escrito (Haz click sobre ellos para leerlos):

He recibido varios mails de mamas y papás e incluso el de una profesora  preguntándome y queriendo asesoramiento personalizado (ayuda online) sobre este tema. Hoy me siento con la necesidad de escribir este nuevo artículo porque creo puede ayudar, inspirar y romper viejos paradigmas.

¿Por qué, en el fondo, seguimos necesitando que los niños nos obedezcan?

Muchos/as de nosotros queremos relacionarnos más amorosa, pacífica y respetuosamente con nuestros hijos y niños en general. Muchas/os hemos dejado de amenazar, gritar, castigar y premiar o tenemos la intención de dejar de hacerlo. No obstante, en el fondo seguimos queriendo cambiar o modificar el comportamiento de los niños. Queremos ser respetuosos con ellos pero hay algo dentro de nosotros que no nos deja aceptarles tal y como realmente son. Siguen habiendo partes y comportamientos de ellos que queremos cambiar.

Me explico, en nombre de la Crianza Consciente, Con Apego, Natural o Respetuosa, les hablamos más dulcemente, intentamos validar sus emociones y sentimientos, intentamos mejorar la conexión emocional con ellos e incluso llegamos a ser capaces de nombrar nuestras necesidades y nuestro mal estar… Sin embargo, seguimos diciendo y pensando: “Pero es que no me funciona, yo ya no le grito ni le amenazo y le doy tiempo y le hablo amorosamente y también le valido pero sigue sin querer ducharse o seguimos teniendo problemas a la hora de vestirse y salir o no quiere recoger…”. Ese “no me función” es la clave. La verdad es que simplemente hemos cambiado un comportamiento por otro (una crianza más convencional por una de más consciente) pero nuestra intencionalidad parece ser la misma: que obedezca, que sea complaciente, que haga caso… En definitiva, que acabe haciendo o dejando de hacer lo que nosotros queremos. Ese es el paradigma que necesitamos cambiar, en mi opinión… No se trata de utilizar “estrategias” más respetuosas para seguir queriendo obediencia. No se trata de cambiar los gritos por validar o los castigos por nombrar. No se trata de que sean como nosotros queremos que sean. Ni de que de una manera más respetuosa nos sigan haciendo caso. Si esa es nuestra intención, seguimos queriendo manipularles y moldearles pero de una manera menos agresiva y más sutil… Mientras tengamos esa intención en mente, nuestra energía también lo manifestará y como resultado el mensaje que enviaremos encubierto será el de: “hay algo en ti que no marcha bien y como yo no lo puedo aceptar ni lo sé gestionar necesito y quiero modificártelo…” ¿Por qué pensamos que el problema está en ellos y no en la forma en que los tratamos? Cuando no pueden hacer lo que les pedimos el problema quizás no esté en ellos sino en QUÉ les estamos pidiendo realmente o el CÓMO se lo estamos pidiendo: desde el enfado y la crítica en vez de desde nuestra necesidad. Ya hablé anteriormente de la importancia de la conexión emocional con nuestros hijos y niños en general y la necesidad de poder nombrar nuestras propias necesidades y emociones.

Vamos a dar un paso más allá, a ampliar aún más nuestra mirada. Validar, conectar, nombrar, revisar nuestras propias infancias… nos van a ayudar a ACEPTAR mejor a cada uno de nuestros hijos y les va a ayudar a ellos a ver que NO hay nada de MALO en su comportamiento sino simplemente un mal estar o una desconexión. Sin mal estar y sin desconexión habría armonía. Nuestro objetivo debería estar en mantener PAZ y ARMONIA en el entorno, en nosotros y en ellos.  Y si aceptamos este hecho tal y como es, es más llevadero para ambos: adultos y niños. Lo mágico de la cuestión es que en muchas ocasiones,  hay niños que al verse y sentirse aceptados de verdad, aun sin poder controlar sus emociones o reacciones, ser tenidos en cuenta, amados por quienes ya son y no por quienes nos gustaría que fuesen… empiezan a conectar más con nosotros y nuestras necesidades e incluso cooperan más y empiezan a poder gestionar mejor sus emociones fuertes de frustración y enfado como efecto secundario del trato amoroso y respetuoso que reciben. Para poder tratarles así tenemos que estar muy conectados con nosotros mismos primero. Cuanta más conexión hay entre padres e hijos más cooperación. Pero no es nuestro objetivo principal sino simplemente el efecto secundario. Cuando nos relacionamos desde el amor todo empieza a cambiar mágicamente. No hay nada en este mundo que me produzca mayor satisfacción que ver que estoy pudiendo ser la madre que cada uno de mis 3 hijos necesita que sea. Y cuando no es así, me paro, me observo, me disculpo, me acepto y volvo a conectarme.

Lo que aquí quiero y necesito rescatar y recalcar es que no por ser más conscientes como adultos y más respetuosos con nuestros hijos van a ser cómo nosotros queremos y necesitamos que sean. Ellos ya son perfectos siendo como son y lo que muchos adultos necesitamos son herramientas para poder aceptarles tal y como ya son. Muchas veces nos cuesta respetar a otro ser ya que nosotros no fuimos respetados siendo niños. Y dichas herramientas también ayudan a nuestros hijos a poder seguir siendo como son sin la necesidad de ser juzgados ni criticados. Validar, conectar, nombrar y revisar nuestra infancia no va a cambiar a ninguno de nuestros hijos, pero sí podemos cambiar la forma en que los vemos y la forma en que reaccionamos a sus comportamientos. Ellos se sentirán libres para poder seguir siendo como son y nosotros podremos y sabremos entenderlos y aceptarlos tal como son. Querer cambiar a alguien o su comportamiento no es relacionarnos desde el amor. Hacer sentir mejor a alguien puede provocar paz interior y bien estar (tanto a quien lo da como a quien lo recibe) y dicho bien estar, puede provocar un cambio de actitud, como efecto secundario, pero no debería ser nuestro objetivo.

Gracias por estar aquí de nuevo y os invito a que nuestra próxima interacción con un niño sea desde este otro lugar y cambiando la mirada. No olvidemos que ellos nos necesitan para poder llegar a ser quienes han venido a ser.

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15 comentarios en “Dejar de querer cambiarles: cuando validar, conectar y nombrar parecen no ser suficiente…”

  1. Auf! Q bien me viene tu refuerzo, Ivonne. Q fácil es caer en los paradigmas q hemos vivido/sufrido toda nuestra vida. No hay q bajar la guardia, esto hay que interiorizarlo mucho. Paciencia y paciencia, pero sé que los resultados van llegando: Convivencia armónica y una conexión emocional enorme.

  2. Estoy de acuerdo contigo, sin embargo , cuando no se trata de que haga lo que » tú quieres» sino en ayudar a que gestione de otra forma, por ejemplo su enfado, mi niño de cuatro años tiene un resorte y cuando algo no le gusta de forma automática insulta, pega o hace pedorretas y le trae problemas en sus relaciones con los demás, tanto con otros niños como con la profesora por ejemplo. Con mucho cariño tratamos de que cambie esa forma de expresar su enfado por otra forma que no dañe y no término de conectar con él, tengo la sensación de sermonear y de no acercarme a él. En estos casos……¿?
    E

    1. Carlota… en mi opinión, el enfoque no debería estar en que «cambie esa forma de expresar su enfado»… sino en POR QUÉ necesita expresarse así. Claro, que sería mucho mejor que lo pudiera gestionar mejor pero QUÉ le impide hacerlo. Eso es lo que hay que ver y tratar… El motivo real que hay detrás de esa necesidad de expresarse con violencia… Quizás no se siente aceptado, validado… No sé… pero hay algo allí… Eso habría que hablarlo y trabajarlo. Ya sabes que puedes explicarme…

      Un abrazo.

  3. Sobre este tema, no me aclaro. Yo también pienso que es ideal aceptar a nuestros hijos tal y como son, pero cuando ves en ellos, cosas que te desagradan o que sabes que pueden ser perjudiciales para ellos, no quieres cambiarlos? me refiero a cosas de su personalidad…….. a veces, mi hijo habla a la gente muy brusco, antipático… y no es porque le pase nada, es su forma de ser, lo ha hecho siempre, él es así, igualmente, prefiere jugar a su estilo, con sus normas que aceptar los juegos de otro, incluso si eso hace que tenga que quedarse solo, y le cuesta mucho apreciar los sentimientos de los demás niños…… no se da ni cuenta. Yo soy una madre que le habla con simpatía, alegría y buen humor, soy positiva, y sin embargo él presenta una actitud basada en la queja. Piensa mucho en sí mismo y apenas es consciente de las necesidades de los demás hasta que no se las muestras. Tiene casi 7 años. Lo que quiero decir, que muchas cosas de su personalidad, supongo que debo aceptarlas, pero cómo aceptar aquellas «no tan buenas»? no me refiero a las que pueden rechinar conmigo, sino a las que ves en ellos que no son positivas, que pueden traerles problemas.
    Gracias, Yvonne

    1. Soraya, el comportamiento de nuestros hijos siempre es un reflejo de como se sienten y de como les tratamos… Quizás pensemos que les estamos atendiendo y queriendo y que sus necesidades están siendo satisfechas pero por lo que comentas no creo que en el caso de tu hijo realmente sea así… Me explico, parece que tiene algún malestar y ese mal estar le hace desconectar de los demás y quizás incluso de sí mismo. Los niños nos hacen de espejo… si vemos algo en ello de no marcha bien… la mirada debería cambiar de foco y empezar a mirarnos a nosotras y a su entorno… Te invito a que te unas a la Tribu de Madres Conscientes ya que allí encontrarás el apoyo emocional y la ayuda para poder poder llegar a ser la madre que tu hijo necesita que seas…
      Un abrazo.
      Un abrazo.

      1. Me toca mucho el tema, pero no se cómo hacerlo para conectar conmigo y a mi pareja le pasa lo mismo, nuestro hijo mayor nos pone a prueba a cada instante, y la verdad nos faltan recursos para resolver estas situaciones. Agradezco tus orientaciones Yvonne

  4. Ivvone. Estoy en ese caso. Aplicar todas las erramientas pero en un punto se bifurca en la adaptación de la sociedad actual o que viva en una burbuja. Quiero que comprenda el respeto hacia los otros seres, por ejemplo saludar de la manera que quiera, y no lo consigo. Siempre me afecta la mirada ajena, no porque crea que estoy en mal camino, sino porque daña a mi hija. Recibe esa incomprensión y rechazo del entorno que no entiende este método.

    Además, si bien puedo entender que puede ser una crisis por la llegada de su hermanita, a veces temo de estar aplicando mal mis lecturas de diversos exponentes y criar una niña caprichosa o altanera.

    Seguro son nuestro reflejo en acciones pero me desconcierta que copie tan veloz. No identifico si es que aun desarrolla su identidad o si descubrió un límite al cual le gusta llegar.

    Cordiales saludos
    Yoana

  5. Hola Yvonne como estas? Soy mamá de Máximo de 4 años, estoy separada del papá hace 2 años, por problemas de violencia, de bebé vivió muchas situaciones difíciles entre el padre y yo, hasta que decidí separarme, Máximo es un nene felíz, yo trabajo todo el día y cuando llego se abalanza sobre mí para jugar, yo estoy muy cansada, a veces tengo días dificiles en el trabajo. Me mandaron la evaluación del jardín y éste segundo período esta más agresivo, pega mucho y llora cuando le llaman la atención, se distrae y no sigue las consignas. Me podrás ayudar con algún comentario? Muchas gracias.

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