Imaginemos que delante de mamá hay una alfombra grande, muy gran. Esa alfombra que mamá extiende delante de ella simbolizará dicho abuso emocional. Dentro de esta alfombra están las necesidades de mamas, sus intereses, sus preocupaciones, lo que para ella es importante, lo que le molesta, sus obsesiones, su necesidad de controlar, su perfeccionismo, su inseguridad, su poder, sus críticas, sus juicios, sus quejas… En fin, todo lo que ella necesita y todo lo que para ella es importante y sobre todo lo que a ella no le gusta o no soporta.
Nosotras para ser vistas, tenidas en cuenta y recibir algo de mirada de mamá tuvimos que estar por dentro de este abuso emocional. Mirando a mamá y satisfaciéndola. Más pendientes de sus necesidades que de las nuestras. La ley de la naturaleza invertida. Cuando legítimamente necesitábamos recibir teníamos que dar, por tanto, cuando devenimos nosotras madres y pasamos a la etapa de dar es cuando más necesitamos recibir todo lo que no obtuvimos de niñas. De ahí que dar lo que no se tuvo duele y nos ahoga (en el módulo 7 de mi curso online Sanar la Herida Primaria) hablo de cómo gestionar o poder llegar a sanar ese vacío y poder llegar a dar lo que no se tuvo). Lo que no obtuvimos en la primera etapa de recibir (siendo niños) se posterga a la siguiente etapa de dar (siendo madres-padres). Seguimos necesitando y no podemos dar lo que legítimamente necesitan nuestros hijos.
Por el contrario, si estábamos por fuera de la alfombra de mamá, por fuera de su abuso emocional, conectadas con nuestras necesidades, demandando mirada, atención, juego…no éramos vistas. Estando fuera de su abuso emocional, mamá no nos ve ni nos siente. El precio por ser nosotras mismas era perder a mamá. Mamá sólo nos podía ver en la medida que nosotras la mirábamos y la satisfacíamos. Una madre que ejerce abuso emocional no nos podrá satisfacer, ver ni sentir. Nuestros intereses, pasiones, gustos, preferencias y opiniones no eran tenidos en cuenta por ella y si no estábamos alineadas con ella no pertenecíamos ni recibíamos.
El precio por ser nosotras mismas era perder a mamá. Mamá sólo nos podía ver en la medida que nosotras la mirábamos y la satisfacíamos. Una madre que ejerce abuso emocional no nos podrá satisfacer, ver ni sentir. Nuestros intereses, pasiones, gustos, preferencias y opiniones no eran tenidos en cuenta por ella y si no estábamos alineadas con ella no pertenecíamos ni recibíamos.
La falta de mirada y el silencio o el desprecio y la crítica o el juicio son los peores de los castigos sutiles. No podíamos permanecer por fuera del abuso emocional de mamá ya que la soledad y el desamparo vivido desde allí no se podían sostener. El dolor era insostenible para la niña. Para sobrevivir hicimos lo único que podíamos hacer: Mirar a mamá y complacerla en la medida de lo posible y mandar todo o parte de nuestro ser esencial a la sombra junto con todas las emociones reprimidas de rabia, frustración e impotencia que posteriormente se nos actualizarán (saldrán de forma descontrolada y desproporcionada) precisamente contra la persona equivocada: nuestros propios hijos o parejas (en el módulo 4 de mi curso Sanar la Herida) hablo en profundidad sobre dichas emociones reprimidas y sus consecuencias: nuestras reacciones emocionales automáticas).
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Si nos hemos aliado con mamá, si le somos fieles y la defendemos o justificamos, nosotras también podemos llegar a someter a los demás y sobre todo a nuestra pareja e hijos. Si por el contrario hemos sido sus víctimas seguiremos siendo sometidas por los demás. Sobre todo elegiremos parejas que nos ven y nos tratan de un modo parecido a como mamá nos veía o trataba.
Solemos reproducir escenario de infancia ya que eso es lo conocido. El modelo de amor recibido en infancia es lo que buscaremos inconscientemente siendo adolescentes y posteriormente adultas. Cuesta mucho salir de nuestra zona de confort por muy alejada que esta haya estado de todo lo que necesitábamos. Vamos a idealizar a mamá y mandaremos nuestras necesidades, pasiones, intereses, miedos… a la sombra.
Es vital tomar conciencia de todo este abuso emocional recibido y sufrido si queremos liberarnos de los estragos que nos dejó… Si necesitas ayuda será un placer y un honor para mi poder acompañarte y ayudarte desde mi curso online La Hija que fui, la Madre que soy.
Puedes inscribirte en cualquier momento del año y hacerlo desde cualquier lugar del mundo…
Te mando un gran abrazo.
14 comentarios en “¿Qué es el ABUSO EMOCIONAL materno?”
Ostras Yvonne.. Leyendo el artículo me imaginaba al niño que sus primeros años los ha pasado en un orfanato satisfaciendo a las cuidadoras… No sé si se puede equiparar el ejemplo… Pero me imagino al bebé en la alfombra roja rodeado de gente intentando agradar a todo el mundo para conseguir algo de atención… Ya no es una mamá, es cualquiera que se acerca…
Un super abrazo Maribel…
Buenas noches, hace poco que te descubrí gracias a la recomendación de otras mamis. Tengo tu libro y me está ayudando mucho en la relación con mis tres pequeños. Pero siempre hay algo que me chirría al leerte y es la forma de dar por hecho que todas nuestras madres/padres son culpables de todo lo que nos pasa a nosotros. Inevitablemente nuestra infancia influye en nuestro presente, pero cargar con todo el peso de lo que somos cada uno de nosotros a nuestros padres, me parece cuanto menos, irresponsable. Cada uno de nosotros somos adultos, y por tanto también responsables de nuestros actos. Me sorprende que se de por hecho que toda una generación lo ha hecho tan tan mal (quizás porque en mi caso no veo que fuese así) y en cualquier caso, pienso que nuestros padres lo hicieron lo mejor que sabían teniendo en cuenta su momento social y personal, y por ello, echarles toda la culpa de todo lo malo que hacemos ahora me parece mal. E incluso, cargar tantísimo a nuestras madres me parece que está muy muy lejos de la sororidad taan necesaria en nuestros días.
Por otro lado, me gusta mucho la parte positiva de su mensaje, la que defiende a los niños y nos abre la puerta de la empatía, tan olvidada en estos dias de estrés y prisas. Me queso con su mensaje positivo y trato de obviar el resentimiento que desprenden las palabras tan negativas y cargadas de culpa hacia nuestros progenitores. Ojalá pueda liberarse y todo eso y sentirse plena como dice en varias ocasiones en el libro.
Un abrazo
Hola Cristina, encantada de conocerte… Bonita, yo no culpo a los padres de nada… Hablo de la responsabilidad que ellos han tenido y que ahora nosotras tenemos en la crianza de nuestros hijos… Mi discurso es provocador, lo sé… ¿En tu opinión quién sería el responsable de todo aquello que necesitabamos de niñas y no pudimos obtener? Nuestras madres no son «culpables» de nada, en mi opinión pero si responsables de aquello que nos pasó o nos faltó. Es legítimo que no pudieran darnoslo ya que ellas tampoco lo recibieron de nuestras abuelas… Podemos hacer trabajo personal y responsabilizarnos de aquello pero como niñas fuimos fuimas víćtimas… Y como adultas somos responsables de lo que hacemos con con lo que nos pasó. Mi discurso crea mucha resistencia ya que aceptar que nuestra madre no pudo darnos, ni amarnos como NECESITÁBAMOS duele en el alma… Un super abrazo.
A mi personalmente me estás ayudando a liberarme de la culpa de mis pensamientos hacia mi madre y de no tener con ella la relación que «supuestamente» debería tener, me estás ayudando a no sentirme forzada a entregarme a ella y a satisfacerla por ser mi madre. Creo que si no hablaras tan claro sobre ese daño y su responsable no conseguirias que nos pudiéramos empezar a liberar. Gracias.
Julia, nombrar la verdad nos libera y nos sana. Es vital poder ordenar nuestras verdaderas vivencias internas… Te mando un gran abrazo.
Pingback: ¿Qué entendemos por violencia ACTIVA o PASIVA? - Yvonne Laborda
Haciendo introspección hacia mi infancia me doy cuenta de todas las carencias que pude tener por parte de mis padres aunque no los culpo, puesto que pienso que lo hicieron lo mejor q supieron, me provoca mucha tristeza darme cuenta de ellas, pero más aún la siento cuando muchas veces me comporto igual yo con mis hijas….
Maria, es vital sanar nuestra herida primaria para dejar de proyectarla sobre nuestros hijos. Es vital cortar la cadena transgeneracional…
Un abrazo.
Crees que podemos estar sometidos al abuso de las hijas si cuando estamos con ellas estamos siempre haciendo cosas para complacerlas y limitamos nuestro tiempo personal? Qué difícil encontrar el equilibrio!
Mónica, los hijos no abusan de los padres, nos necesitan… Un abrazo.
Muchas gracias Yvonne, que Dios te bendiga para que sigas ayudando a muchas personas más!
Yo me estoy sanando, gracias por tu luz, claridad, y apoyo.
Hola Yvonne, podría todo lo que explicas ser valido para relaciones padre/hija, padre/hijo?
También, claro…