Al encuentro con tu niña interior: Qué es exactamente la niña interior y cómo conectar con ella.
Cuando alguien me pregunta cómo llegué hasta aquí, a dedicarme al mundo de la crianza,
Escribir me empodera para poder seguir siendo la mujer que vine a ser y la madre que mis hijos necesitan. Comparto todo aquello que necesito seguir practicando
Cuando alguien me pregunta cómo llegué hasta aquí, a dedicarme al mundo de la crianza,
Si no se nos ha amado como hemos necesitado siendo niños y no fuimos aceptado/as incondicionalmente por ser quien éramos no habremos podido desplegar todo nuestro ser esencial ya que relegamos esas partes no aceptadas o no acompañadas a la sombra.
Aparentemente podemos pensar que la violencia activa es peor, que deja más huellas y heridas, que lastima más o que incluso es más difícil de sanar. No obstante, no siempre es así ya que la violencia activa es más fácil de ver y reconocer.
Nadie niega una paliza o un abuso o un grito. Está allí y se identifica. No se puede negar. Lo que nos deja más herida y secuelas a largo plazo es lo que negamos.
Algunas madres no saben de la existencia de SU niña interior. El miedo no les permite escuchar su voz ni entender su desespero por ser escuchada, reconocida, validad, nombrada, aceptada y AMADA…
Seamos o no consciente de ello, dentro de nosotras habita un ser absolutamente maravilloso, extraordinario, único y aunque no lo creas, completamente perfecto…
No es lo mismo la agresividad que la violencia. La violencia es un síntoma, es algo aprendido, es un grito desesperado de dolor, malestar, falta de amor… En un acto violento hay una intención de hacer daño. En cambio, la agresividad es una respuesta natural a algo que atenta contra nosotros.
¿QUÉ PASA CON LA SEXUALIDAD DESPUÉS DE LA MATERNIDAD? La libido en la maternidad se
Concebimos la rabia como una emoción prohibida. ¿Por qué? Porque cuando éramos niñas no teníamos permiso para expresarla. No obstante, sí la sentíamos y la experimentábamos por dentro cuando nuestra madre o nuestro padre o los adultos de nuestra vida.
Si de niños no recibimos lo que legítimamente necesitábamos porque tuvimos que dar y complacer, de adultos que tocaría dar vamos a seguir necesitando pedir. Solemos pedir desplazadamente, al igual que hacen los niños cuando no les podemos dar lo que genuinamente están necesitando: nuestra presencia, nuestra mirada o nuestra valoración…
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